TEMA CENTRAL
TEMA CENTRAL
PERSONAJE INVITADO
DESESCOLARIZACIÓN:
IVÁN ILLICH
ADAPTÁNDOSE A LA EDUCACIÓN EN CASA
ANTIPEDAGOGÍA, CRÍTICAS RADICALES
A LA EDUCACIÓN Y ESCUELA
PAULETTE DELGADO
PEDRO GARCÍA OLIVO
R E V I S TA I N T E R N A C I O N A L
OCT - NOV 20
EL DESAFÍO AL RELATO Y DISCURSO
DE LA EDUCACIÓN INSTITUCIONALIZADA
EN EL PENSAMIENTO DE IVÁN ILLICH
REVISTA INTERNACIONAL
MAGISTERIO
No. 104 / Octubre - Noviembre 2020
ISSN 1692 - 4053
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El proyecto Magisterio es una iniciativa de educadores colombianos que tiene como propósito
coadyuvar a la mejora de la calidad de la educación
a la que tienen derecho los ciudadanos de todos
los países, especialmente los niños, las niñas y los
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de trabajo así: la Editorial Magisterio, la Librería
Magisterio, la Revista Internacional Magisterio y
Magisterio Formación. A través de estos frentes
buscamos cubrir las necesidades de producción y
difusión del saber pedagógico de los maestros latinoamericanos, así como de consulta especializada y
formación docente continua y pertinente.
Editorial
Magisterio:
Contamos con un catálogo de
más de 800 títulos en los temas
más relevantes en educación y
pedagogía (gestión educativa,
didácticas, evaluación, currículo,
convivencia, entre otros).
Revista Internacional
Magisterio:
Publicación bimensual que
busca mantener actualizados a
los docentes latinoamericanos
sobre tendencias y prácticas de
aula que impacten positivamente
su labor.
Magisterio
Formación:
Librería
Magisterio:
Formación virtual y presencial
para la actualización pedagógica a instituciones y docentes
que desean reflexionar sobre su
práctica pedagógica.
Una oferta de más de 30.000
títulos en las diferentes áreas de
la educación formal, educación
para el trabajo y el desarrollo
humano y, educación informal.
104
Contenido
4
Magisterio TV
26
¿Obsolescencia de los títulos
académicos convencionales?
6
Editorial
Erwin Fabian Garcia
PERSONAJE INVITADO
30
Desescolarización para unos,
escolarización para otros
Bruno Iriarte
8
El desafío al relato y
discurso de la educación
institucionalizada en el
pensamiento de Iván Illich
34
Panorama legal sobre la
práctica del homeschoooling
a nivel global y regional
Jon Izelmo Zaldivar
Ana Paulina Maya Zuluaga
ENTREVISTA
TEMA CENTRAL
12
Diferencias conceptuales
y prácticas dentro del
campo de la “educación sin
escuela” Desescolarización,
Homeschooling y
Unschooling
38
Escapar de la educación.
Análisis y Alternativas
Franco Iacomella
TESTIMONIO
Itzel Farías Malagon
16
Antipedagogía, críticas
radicales a la educación y
escuela
Pedro Garcia Olivo
22
Desescolarización:
Adaptándose a la educación
en casa
Paulette Delgado
44
Educación en casa: La épica
más allá de las grietas de lo
convencional
Entrevista Mateo Hernández Schmidt
Por Sandra Patricia Ordóñez Castro
52
Biblioteca maestro
Editorial
Franco Iacomella1
L
a presente edición de la revista Magisterio busca
dar cuenta de un debate crítico que se ha venido
dando, durante varios años, en los márgenes
del pensamiento hegemónico. Desde hace poco
menos de un siglo, la idea moderna de «educación» se ha
extendido por todo el globo. Su manifestación más concreta
son los millones de escuelas de diversos tipos que se han
multiplicado al compás de la casi incuestionable creencia de
que «más educación es mejor». Consagrada como un «derecho humano» por la doctrina liberal capitalista de posguerra
y sacralizada como punta de lanza de la ideología del desarrollo, la educación se ha presentado como una necesidad
incuestionable para las últimas tres generaciones humanas.
Comenzando la tercera década del siglo, el mundo que
conocíamos, junto con las certezas que lo constituían desaparecen; de nuevo, «lo sólido se desvanece en el aire». La
pandemia de la COVID-19 se nos presenta como una ruptura
abrupta del «orden de la normalidad» que amerita asumir
que todos y todas hemos perdido la capacidad de anticipar
el curso general y probable de los eventos. Es tiempo de
revisar todo aquello en lo que creíamos y todo eso que nos
trajo hasta este punto límite de la experiencia humana. La
«educación», aquella vieja vaca sagrada, es una de esas certezas que hoy debemos deconstruir con urgencia.
Para estimular este ejercicio, proponemos, en principio,
retomar, distinguir y rediscutir el sentido de ciertos conceptos que se suelen emplear sin el cuidado necesario: educación,
aprendizaje, enseñanza, instrucción, escolarización, pedagogía; por otro lado, poner en el foco las múltiples prácticas
y teorías que nos hablan de «alternativas» en relacíón con
la educación. En este punto, se necesita mayor precisión:
no se trata de poner sobre relieve las lucrativamente promocionadas «escuelas y educaciones alternativas», sino de
destacar lo que se posiciona de forma crítica a la idea misma
de educacíón: lo que llamamos «alternativas a la educación».
Los artículos que conforman este número de Magisterio
muestran la diversidad de enfoques en torno a la temática
que nos convoca. Cabe destacar que los mismos se publican
especialmente en este número permitiendo su libre copia,
redistribución y acceso gratuito. Los textos son múltiples
puertas de entrada a un territorio complejo y escasamente
explorado desde las perspectivas de los «expertos» de la
«escolarización oficial». Intentamos dar voz a las miradas y a
las experiencias que piensan el presente bajo la luz del pasado
al reconocer el legado histórico de los primeros críticos de la
escolarización compulsiva y de la instruccíón masiva. Aquí, la
voz de Iván Illich (1926-2002) suena con fuerza: un pensador
inclasificable al que el horror del presente revela como su
intérprete más lúcido. Sus lectores ocasionales suelen asociar su nombre al libro La sociedad desescolarizada (1972),
pero no han reparado en su autocrítica posterior, así como
tampoco en la evolución de su pensamiento a propósito de
la educación, la escuela y el aprendizaje que desarrolló en
los últimos veinte años de vida.
La producción intelectual de Jon Igelmo Zaldívar, cuya
palabra se incluye en esta compilación, funciona como un
mapa para recorrer la obra de Illich a partir de una mirada
histórica. En ese mismo sentido, el texto de Itzel Farias,
que incluímos, permite introducirnos en el debate actual
de la desescolarización apoyándonos en sus varios teóricos
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 7
fundacionales. El artículo de Ana Paulina Maya se teje como
un complemento a partir de la experiencia de quienes hoy
acompañan infancias cuyos aprendizajes se despliegan por
fuera de una lógica escolar. Los relatos, en primera persona,
de Paulette Delgado y Mateo Hernández dan cuenta de
quienes acompañan o encarnaron infancias desescolarizadas
desde la perspectiva de quienes hoy son adultos. El aporte
de Erwin Fabián García López nos invita a pensar la pertinencia de estas críticas en el nivel universitario, a la vez
que nos da pistas para desmontar la banalidad de la llamada
«educación alternativa». La opinión del “profesor nómade”
Bruno Iriarte, aporta un valioso contrapunto en el marco
de este debate, polémico y necesariamente incómodo. Esto
se conjuga con la afilada «pluma» del anti pedagogo Pedro
García Olivo que nos brinda herramientas para profundizar
en el sentido crítico y así evitar quedarnos en la superficie.
Un párrafo aparte merece la participación de Gustavo
Esteva, colaborador y amigo de Illich, cuyos aportes, a través de una entrevista, nos dan valiosas coordenadas para
situar este debate en el pasado y, sobre todo, en nuestro
convulsionado presente.
Dejémoslo claro desde el principio: la escuela ya no
es el arma preferida de aquello que los profesionales, los
funcionarios y los tecnócratas llaman «educación». De esto
nos advertía, hace ya veinticinco años, un anciano Illich:
Franco Iacomella
franco@reevo.org
Monte Hermoso, Argentina, agosto de 2020
Referencia
Illich, I. (1995). Foreword. En M. Hern (Ed.) Deschooling our lives. New
Society Publishers.
Notas
1
Activista social vernacular, intelectual desprofesionalizado y
documentalista de Alternativas en todo el planeta, colaborando con
procesos de transformación social desde hace 20 años. Coordinador
de REEVO, Alternativas en Red: https://reevo.org.
franco@reevo.org
[…] llegué a comprender que la función
educativa ya está migrando de las escuelas,
y que otras formas de aprendizaje
obligatorio serían institucionalizadas de
manera creciente en la sociedad moderna.
Serían obligatorias no por la ley, sino por
medio de otros trucos, como el hacer pagar
a la gente inmensas sumas de dinero para
enseñarles cómo tener mejor sexo, cómo
ser más sensibles, cómo saber más acerca
de las vitaminas que necesitan, cómo jugar
determinados juegos, etc. Este discurso
del aprendizaje continuo y la necesidad de
aprendizaje ha contaminado totalmente a
la sociedad y no solo a las escuelas, con la
peste de la educación. (Illich, 1995)
“
“
Es en el aquí y en el ahora donde las ideas y los debates
que presentamos son más actuales que nunca. La crisis global y la pandemia lo ponen frente a nuestros ojos: millones
de humanos, homo educandus, alienados, conectados a las
pantallas del aula panóptica global, dejan atrás, para siempre, la escuela del milenio pasado y se adentran a la era de
la pedagogización de la existencia. Este es un mundo en el
que el consumo de educación no encuentra escapatoria ni
tampoco sentido. M
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
8 I Personaje invitado
El desafío al relato y al
discurso de la educación
institucionalizada en el
pensamiento de
Iván Illich
Jon Inzelmo Zaldivar1
E
l pensamiento educativo muestra una tendencia
clara hacia los trabajos de síntesis. Al observar los libros de la sección de educación en
una biblioteca bien nutrida, es posible percibir
el modo en que, en su mayoría, los trabajos que abordan el
pensamiento de un autor parten del objetivo de ofrecer una
versión simplificada de sus ideas. Cierta lógica educativa
contemporánea nos hace considerar que el acto educativo
consiste en hacer sencillo lo complejo. Lo difícil de entender
debe ser facilitado por el educador del siglo XXI. Dentro
de esta lógica, no tiene cabida mostrar lo complejo en su
complejidad o indagar en la vertiente compleja de lo aparentemente sencillo.
No son pocos los autores que, habiendo desarrollado ideas
notables para el campo de la educación a lo largo de una
amplia trayectoria intelectual, han terminado encasillados
bajo un eslogan que pretende servir de síntesis del conjunto
de su pensamiento. Se podrían citar muchos casos. El caso
de Iván Illich puede resultar paradigmático en este sentido.
Para el pensamiento educativo, sus ideas han quedado resumidas en el neologismo de la «desescolarización». La idea
de incorporar el término desescolarización en el título del
libro La sociedad desescolarizada —una sugerencia de un
editor de Harper & Row— ha jugado una mala pasada. Visto
en perspectiva, no solo a su libro más conocido de 1971,
sino al conjunto del pensamiento que desarrolló en los años
ochenta y noventa. Incluso, llegó a silenciar el hecho de que
la crítica planteada por Illich a las instituciones educativas
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 9
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
10 I Personaje invitado
era solo una parte del cuerpo de la crítica que desarrolló en
los años setenta con el fin de poner en cuestión el aparato
institucional, impuesto por la lógica del progreso sin fin de
las sociedades industriales modernas.
Acercarse al pensamiento de Illich implica, en cierta
forma, romper con la lógica educativa y reivindicar tanto
la complejidad de lo complejo, como la complejidad de
lo aparentemente sencillo. Partiendo de este ejercicio de
ruptura, un autor como Illich se revela como un pensador
crítico de las instituciones educativas y que buscó articular
respuestas variadas al contexto cambiante de los años setenta,
ochenta y noventa. El ejercicio intelectual que se propuso
desarrollar, además, fue ganando, con el tiempo, en una
perspectiva histórica minuciosa y audaz. Esto le permitió,
en apenas veinte años, pasar de ser considerado uno de los
autores más provocativos de la pedagogía de los años setenta
a ser reconocido como un medievalista de prestigio tras la
publicación del libro En el viñedo del texto (1992). De ahí la
necesidad de plantear las siguientes preguntas: ¿Qué ideas,
para el pensamiento pedagógico, es posible encontrar en
los trabajos publicados por Illich más allá de La sociedad
desescolarizada? ¿Cuál es el viaje intelectual que Illich lleva
a cabo entre los años sesenta, ochenta y noventa? Responderlas puede ayudar a reubicar a un autor como Illich en el
espacio que le corresponde dentro de la historia intelectual
de la pedagogía del siglo XX. Abordar estas cuestiones,
desde una perspectiva analítica y crítica, es indispensable
para evitar caer en la tendencia simplista del pensamiento
educativo contemporáneo y sumergirse en la complejidad
que presenta la biografía intelectual de un autor como Illich.
Al adoptar una mirada global de la obra de Illich, es
posible detectar dos líneas de crítica a las instituciones
educativas. Por una parte, la crítica al impacto que provoca
el desempeño de las instituciones educativas en la vida de
los seres humanos o, lo que es lo mismo, un acercamiento
a lo que estas instituciones hacen en tanto subestructuras
del marco general de las sociedades industriales modernas
que se configuran en la segunda mitad del siglo XX. Por otro
lado, está el estudio de lo que las instituciones educativas
dicen de los seres humanos que las justifican y las habitan.
Al abordar esta línea crítica, Illich pone su atención en el
modo en que los individuos integran, asimilan y refuerzan
el discurso educativo sobre el que se sostiene la demanda
de instituciones educativas. Un discurso que justifica la
presencia de escuelas, universidades, centros de formación,
institutos, etc., como medios necesarios para la gestión del
aprendizaje y para el encuentro entre individuos que, o bien
poseen un conocimiento que transmitir, o bien demandan
ese conocimiento que otros les pueden ofrecer.
Illich desarrolló, principalmente en los textos que conformaron La sociedad desescolarizada (1971), la crítica a lo
que las instituciones educativas hacen. Otros textos suyos,
publicados entre 1968 y 1971, en libros como Alternativas,
o presentados en distintas ponencias, pueden ser también
incluidos dentro de esta vertiente de su pensamiento. Lo que
tienen en común todos estos textos es que fueron escritos
durante el tiempo que Illich lideró y coordinó el Centro
Intercultural de Documentación (Cidoc) de Cuernavaca,
entre 1963 y 1976. Fue entonces cuando observó que el
desempeño de las instituciones educativas en las décadas
posteriores a la Segunda Guerra Mundial amenazaba los
procesos que, durante siglos, habían sido desarrollados por
diferentes culturas con el fin de transmitir sus conocimientos
de una generación a otra. Partiendo de una mirada antropológica, observó que los procesos escolares institucionalizados podían arrasar con aspectos propios de las culturas
en la medida en que las sociedades delegaban en la escuela
la transmisión del saber.
Al inicio de los años setenta, Illich se preocupaba por
la nueva estrategia que el sistema capitalista global estaba
diseñando. Conocía bien los debates planteados en el Club
de Roma, expuestos en el libro Los límites del crecimiento.
Lo que se sugirió entonces fue que el capitalismo mundial
debía entrar en una nueva fase. Una economía volcada a
la producción de bienes no podía aspirar a crecer indefinidamente en un planeta cuyos recursos eran finitos. La
economía mundial, por tanto, debía apostar por un modelo
de crecimiento en el que la producción de bienes y servicios
guardara cierto equilibrio. La educación debía ser uno de
los servicios considerados preferentes para el crecimiento
de la economía. Al respecto, Illich fue contundente en su
crítica. Consideró que el destrozo que la expansión de las
instituciones educativas en una economía de bienes y servicios podía causar en la cultura era aún más amenazante para
los seres humanos que la destrucción del medio ambiente,
ocasionada por el incremento exponencial de la producción
de bienes de consumo.
De tal forma, lo que Illich terminó por desafiar en sus
primeros textos críticos acerca de las instituciones educativas
—como es el caso del libro La sociedad desescolarizada— fue
el relato que justificaba su expansión sin precedentes a nivel
mundial. ¿Por qué los seres humanos estaban obligados a
pensar que estas eran la solución a los grandes problemas de
la humanidad y no un problema más que había que resolver?
La dificultad para responder a esta cuestión residía en que
este relato de salvación que promocionaban las grandes
instancias internacionales, por medio de la educación, era
enarbolado incluso por aquellos sectores sociales que, a la
larga, más sufrirían los estragos de la hiperinstitucionalización de los procesos de aprendizaje. Las utópicas alternativas que Illich desarrolló a las instituciones educativas en
el último capítulo de La sociedad desescolarizada eran una
provocación cuya intencionalidad residía en un claro intento
por desafiar un relato que contenía, desde su perspectiva,
un potencial devastador para las culturas vivas del planeta.
La segunda línea de crítica que Illich desarrolló en su
pensamiento pedagógico guarda relación con lo que las
instituciones educativas dicen. Dicho de otra forma, en los
años ochenta y noventa, Illich se interesó por el proceso de
construcción del discurso sobre el que se sostenía la certeza
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 11
de la educación en las sociedades modernas. ¿Qué impide a
los individuos modernos analizar críticamente la necesidad
de educación? ¿Cuál es el proceso histórico mediante el
cual los seres humanos han llegado a aceptar la educación
como una necesidad de índole biológica? Es cierto que Illich,
en las décadas posteriores a la publicación de La sociedad
desescolarizada, no volvió a escribir un libro que abordara
en exclusiva una temática educativa o pedagógica. Ahora
bien, en muchos de sus trabajos publicados hasta su muerte,
en 2002, es posible encontrar reflexiones que muestran el
camino para la construcción de un pensamiento que permita
analizar, con una mirada crítica, el fundamento del discurso
educativo instalado en el imaginario social moderno.
En este momento de su biografía intelectual, Illich fue
buscando en el pasado acontecimientos históricos que supusieran umbrales en el proceso de construcción del discurso
educativo. En libros como ABC: Alphabetization of the Popular
Mind, escrito junto con Barry Sanders, analizó el tránsito
de la cultura oral a la cultura del alfabeto. Por su parte, en
El viñedo del texto planteó un análisis de la cultura libresca
sobre la que se asienta la aparición de las primeras instituciones universitarias en Europa. En otro de sus libros, el
Trabajo fantasma, ubicó en la gramática de Antonio Nebrija,
de finales del siglo XV, el primer intento por domesticar
las lenguas vernáculas al servicio del Estado moderno. Lo
que Illich revindicó con estos trabajos es que una de las
tareas fundamentales para quienes exploran la historia de la
educación no estaba tanto en rastrear la vida de los grandes
pedagogos, las más memorables instituciones educativas,
los movimientos de renovación pedagógica o las luchas por
una educación popular, sino en la aproximación minuciosa
a la construcción histórica del discurso educativo moderno
y su correspondencia con el imaginario social propio de la
Modernidad.
Este recorrido histórico, que partía del estudio de los hitos
constitutivos del discurso educativo que forma parte de las
ideas y de las certezas a partir de las cuales imaginamos el
mundo, conllevó una definición de la educación más precisa y minuciosa que la desarrollada por el propio Illich en
los años setenta. Desde esta perspectiva, su propuesta fue
definir la educación como el aprendizaje que los individuos
adquieren bajo la aceptación de la escasez. De tal manera que
la educación, dentro de la lógica discursiva imperante, es un
género de aprendizaje bajo la aceptación de que los medios
para la adquisición de algo llamado aprendizaje son escasos.
Al observar estas dos vertientes del pensamiento del
considerado el máximo representante de las teorías de la
desescolarización es posible atisbar la complejidad de la obra
de Illich. Se observa, de tal forma, el hecho de que Illich,
lejos de desarrollar una obra que persigue un fin determinado o un propósito político o social fijo, emprende un
trabajo de desmantelamiento de aquellos objetivos y fines
que han servido de andamiaje para la estructuración y la
justificación epistemológica de los sistemas educativos en
Occidente a lo largo de la historia. Y todo ello en un tiempo
en el que de poco sirve afanarse en buscar respuestas precisas y universalmente validables —e incluso luchar, si es
preciso, por defender una determinada respuesta o idea— y
en el que el contenido de las preguntas y la forma en que
son formuladas cambian constantemente.
Vivimos en un tiempo pedagógico en el que las tesis de
Illich tienen un valor a considerar. Entrado el siglo XXI, se
está produciendo una batalla en relación con el relato que
durante los últimos dos siglos se ha construido para justificar la existencia de instituciones educativas en el mundo
moderno. Este relato se ha basado, fundamentalmente, en la
certeza de que el progreso histórico depende del desarrollo
económico, al tiempo que el crecimiento económico —base
del desarrollo— depende del capital humano o, lo que es
lo mismo y siguiendo la lógica de este relato, del tiempo
que los seres humanos pasan dentro del sistema educativo
oficial —de la escuela infantil a la universidad—. En los
últimos cincuenta años, este relato se ha erosionado progresivamente hasta el punto de que, en los últimos quince años,
los síntomas evidentes de esta degradación se evidencian
en la cantidad de proyectos pedagógicos que desafían, en la
práctica, la lógica impuesta por un relato caduco.
La otra batalla que con toda probabilidad habrá de entablar es la referente al discurso de la educación y su configuración en el imaginario social posmoderno. Aún queda
por analizar la compleja relación que, durante siglos, se ha
establecido entre las primeras nociones de educación y su
incorporación a las ideas propias de la Modernidad. Tenemos a nuestra disposición la obra de diferentes autores que,
durante la segunda el siglo XX, han explorado críticamente
las certezas sobre las que se asienta el mundo moderno. La
obra de Illich, especialmente la desarrollada en los años
ochenta, nos ofrece un camino a investigar para desmontar,
con cuidado y respeto, partes importantes del andamiaje
discursivo de la educación. Una acción tan necesaria como
compleja que resulta imprescindible para que los proyectos
pedagógicos que se distancian de lo oficialmente impuesto
no solo tomen distancia de un relato caduco, sino que se
aproximen a una nueva forma de imaginar las relaciones de
enseñanza-aprendizaje. M
Notas
1
Licenciado en Pedagogía por la Universidad de Deusto y Doctor en
Educación por Universidad Complutense de Madrid. Autor del libro
“Desescolarizar la vida: Ivan Illich y la crítica de las instituciones
educativas”
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
12 I Tema central
Diferencias
conceptuales y
prácticas dentro
del campo de la
«educación sin
escuela»
Desescolarización,
homeschooling y unschooling
Itzel Farías Malagon1
E
scribo este texto a partir de varias posturas personales pues, hace tres años, comencé a investigar, como académica, los procesos de familias
que aprenden sin escuela. Al mismo tiempo,
mi familia, incluyendo a mi hijo, tomó la decisión en conjunto de no recurrir al entramado institucional educativo
para que él siguiera su proceso de enseñanza-aprendizaje.
Esta característica, lejos de representar un sesgo para
mi investigación, ha derivado en una posición privilegiada
para poder observar y sistematizar nuestras experiencias a
partir de una mirada interna, la misma que Zibechi define
como una estrategia de análisis.
Así, he podido identificar los logros, las dificultades,
las ventajas y los límites de la desescolarización desde la
desescolarización misma. En palabras de Zibechi, «no se
pueden comprender estos movimientos desde fuera, ni
con una mirada fija en las estructuras […] hace falta una
mirada interior capaz de captar los procesos subterráneos
e invisibles, lo que solo puede hacerse en un largo proceso
de involucramiento con los movimientos […] que contemple
la convivencia y la ligazón afectiva» (2009).
Cuestionar la educación escolarizada
La crítica a la escolarización es parte de un proceso histórico que surgió a finales de los años sesenta y principios
de los setenta del siglo XX alrededor de las movilizaciones
estudiantiles de 1968. Aquí emerge «una crítica radical a la
escuela que fue bien recibida, pues la institución sufría un
cuestionamiento que iba más allá de su eventual instrumentalización por el capitalismo o el socialismo burocrático»
(Fernández, 2005). De este cúmulo de cuestionamientos
resulta la desescolarización cuyos planteamientos tuvieron
—y todavía tienen— repercusión en el ámbito del proceso
de enseñanza y de aprendizaje.
Este diálogo sigue vigente hasta la fecha porque se mantiene en las reflexiones y en las acciones de un sector cada
vez grande de la sociedad que incluye académicos, intelectua-
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 13
les, jóvenes y familias que en las universidades, en diversos
foros, en medios impresos y en la cotidianidad cuestionan
la pertinencia del sistema educativo hegemónico, basado
en la institución de la escuela, y se aventuran al desafío de
plantear alternativas que den respuesta a sus necesidades,
a sus estilos de vida y sus posturas acerca de cómo, cuándo
y dónde aprender.
Estas apuestas hacia la desescolarización se enmarcan,
a su vez, en un contexto social atravesado por una crisis
civilizatoria en la que diversas estructuras están siendo permeadas en los ámbitos político, social, religioso, medioambiental, educativo y filosófico, entre otros. Así, la escuela es
justamente una de estas estructuras en crisis dado que cada
día responde menos a los intereses y a las motivaciones de
jóvenes, niños, niñas y familias.
Por lo anterior, varias personas están dejando de ser consumidoras para ser creadoras de propuestas. En palabras de
Raúl Ornelas, «ahora se piensa en la necesidad de construir
poderes locales, constituyentes de realidades alternativas
[…] en una tenaz construcción cultual e histórica que da
lugar a multitudes organizadas y con sentidos compartido»
(2013, p.17, 2013).
Aprender sin escuelas, una posibilidad
concreta
En este marco de crisis sistémica, surgen esfuerzos individuales y colectivos para dar respuesta a los descontentos
con la educación. Hay quienes se plantean, en su día a día,
una pregunta para comprender qué está sucediendo: «¿Son
las instituciones educativas y las más innovadoras reconfiguraciones teóricas de la pedagogía elementos clave para
salir de la crisis o más bien son componentes fundamentales
del propio sistema en decadencia?» (Zaldívar, 2014, p. 40).
La respuesta es compleja, demanda una actitud crítica
y un cambio de perspectiva en el estudio de las contribuciones que han aportado las instituciones educativas, así
como posar la mirada en las alternativas que surgen ante
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
14 I Tema central
la desesperanza y la desilusión que causan los sistemas
educativos oficiales.
En este marco, salir de los colegios y optar por la desescolarización es, precisamente, uno de los caminos en acción
al que se recurre: niños, niñas y jóvenes dejan de asistir a las
escuelas o nunca lo han hecho. En diversas regiones, aparecen comunidades urbanas que intentan ofrecer alternativas
a la escuela por medio de un proceso de regeneración del
tejido social en sus colonias y barrios. No son proyectos
acabados, ni servicios definitivos; son, más bien, procesos
vivos que se van construyendo de manera irregular, pero
constante.
Desescolarización como concepto
El concepto de desescolarización fue usado por primera
vez, para nombrar uno de los libros más representativos
y leídos de Iván Illich, en La sociedad desescolarizada. La
tesis central gira en torno a la imposibilidad de brindar una
educación universal por medio de la escolarización y a la
necesaria apertura de «tramas educacionales que aumenten
la oportunidad para que cada cual transforme cada momento
de su vida en un momento de aprendizaje, de compartir,
de interesarse» (Illich, 1971a). En esa misma línea, para
Bardolet, se había posicionado «la escolaridad como un
falso servicio público que priva a las personas de aprender»
(Bardolet, 2003, p. 82).
En este camino de cuestionar la pertinencia de las instituciones educativas como medio de aprendizaje para todos y
todas, se identifica la producción teórica de otros pensadores
como John Holt, Everett Reimer y Paul Goodman, quienes,
en conjunto con Iván Illich, son considerados los precursores
de las teorías de la desescolarización. Comparten una crítica
constante acerca de la contraproductividad de las instituciones educativas, es decir, al hecho de que «las instituciones
modernas: más allá de ciertos umbrales, las instituciones
productoras de servicios como las escuelas, las carreteras y
los hospitales, alejan a sus clientes de los fines para los que
se concibieron» (Robert y Borremans, 2006, p.13).
Desescolarización como práctica
En este punto, es importante señalar que la teoría de la
desescolarización no siempre ha acompañado la práctica
de familias que deciden prescindir de las escuelas para que
sus hijos e hijas aprendan. Al inicio, algunas familias que
contemplan la posibilidad de aprender sin escuelas no saben
cómo hacerlo y encuentran sus principales referencias en la
web o en libros que escriben madres, padres y jóvenes que
experimentan la cotidianidad de una vida desescolarizada.
Para comprender y generar nuevos conocimientos sobre
la desescolarización, no es suficiente con tratar de entender
el tema a partir de la teoría; se hace necesario interactuar
con la realidad que se pretende analizar para sentirla y comprenderla desde la raíz. De esta manera, se abre la posibilidad
de acceder a una perspectiva viva y no solo a un punto de
vista que procede de un aparato teórico.
En este sentido, Monié y Rojas, coordinadoras del libro
Más allá de la escuela, historias de aprendizaje en libertad,
afirman que «actualmente hay muchas familias en todo el
mundo que educan fuera de la escuela y desde siempre ha
habido quienes se resistieron a ella, ejerciendo su capacidad de aprender de distintas maneras» (2018, p.9). Ellas
recopilaron las experiencias de madres, padres y jóvenes de
diversas partes del mundo que aprenden sin escuelas, con
la intención de dar a conocer cómo se vive la renuncia a las
instituciones educativas y de «crear puentes entre quienes
ya están ejerciendo su libertad de aprender, viviendo sus
procesos de aprendizaje cotidiano, en familia, en comunidad,
más allá de la escuela, y quienes aún están en la búsqueda
de alternativas más acordes a sus intuiciones e intenciones
de vida» (Monié y Rojas, 2018, p. 9)
Desescolarización, antecedente de otras
formas de aprendizaje
A la luz de las teorías de la desescolarización y de las
prácticas de aprendizaje sin escuela, es posible identificar
a la primera como una propuesta que da impulso a otras,
tales como el homeschooling (escuela en casa) y el unschooling (aprendizaje sin escuelas). De este se desprenden el
worldschooling (el mundo como escuela) y el flexischooling
(combinación de métodos). Todas ellas pretenden construir
entornos de aprendizaje fuera de la escuela.
John Holt, uno de los considerados teóricos de la desescolarización, elaboró su teoría alrededor de los años sesenta
y setenta, a la par que Iván Illich. La diferencia entre ellos
radica en que Illich se dedicó a la producción teórica, mientras que Holt se enfocó en acompañar a familias en Estado
Unidos que no deseaban llevar a sus hijos e hijas a la escuela.
En sus libros En vez de educación (1976a) y Libertad y algo
más: ¿Hacia la desescolarización de la sociedad? (1976b), es
evidente que apostaba a las alternativas a la educación. En
sus propias palabras, «la educación no puede ser reformada,
tratar de hacerla más efectiva y eficiente solo ayudaría
a hacer más daño. Porque su propósito no es ni sabio ni
humano […], por lo tanto, mi preocupación no es mejorar
la “educación”, sino eliminarla, poner fin al negocio feo y
antihumano de dar forma a la gente y dejar que la gente se
forme a sí misma» (Holt, 1976, p.4)
Holt mantuvo una clara posición en favor de la libertad
de aprender, misma que se relaciona con las prácticas de las
familias que acompañaba y que ejercían el unschooling, es
decir, la posibilidad de que cada niño y niña decida qué y
cuándo aprender. Sin embargo, y por cuestiones legales en
Estados Unidos, dejar las escuelas y aprender sin métodos
es ilegal. Ideó, entonces, una estrategia para que las familias
pudieran continuar aprendiendo sin repercusiones legales
y logró que las leyes de Estados Unidos reconocieran el
homeschooling como una forma de aprendizaje legal.
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 15
El homeschooling implica una educación en casa que
conlleva, en palabras de Morrison (2007), respeto por la
individualidad y una manera en la que los niños pueden
descubrir su significado de vida. Surge de «los profundos
cambios en las familias, el avance de tecnologías, la violencia
y la oferta de medios como transmisores de conocimientos
que nos empujan a reconsiderar las propuestas de las escuela
presencial y tradicional» (Exeni, 2015, p. 3). Además, «cabe
destacar que la práctica del homeschooling es, entrando en el
siglo XXI, una opción pedagógica que no solo tiene presencia
en casi todos los países de Occidente, sino que cuenta con
millones de familias que han optado por esta opción […] para
la educación de sus hijos» (Zaldívar, 2012, p. 43).
Sin embargo, la educación en casa sigue reproduciendo
un método de aprendizaje determinado principalmente por
los adultos que acompañan al niño. Hay cierta flexibilidad
de adaptación en cuanto a horarios y busca alcanzar ciertos
objetivos negociables de acuerdo con las condiciones de
aprendizaje del niño, pero sigue presente la idea de que
existe un aprendizaje que se debe alcanzar en un momento
determinado y en cierta etapa de la vida.
Ciertas familias que han optado por el homeschooling
expresan que desistieron porque «nos dimos cuenta de que
no funcionaba, queríamos perpetuar la misma imposición
del sistema, pero en otro contexto; creo que salía peor»
(Gako, 2019). Otro padre menciona que «el homeschooling
quiere hacer una equivalencia a la educación, quiere que
se parezca a una escuela, pero no es una escuela» (Jorge,
2018)2.
“
“
[...] la escuela es
justamente una de
estas estructuras en
crisis dado que cada
día responde menos
a los intereses y a
las motivaciones de
jóvenes, niños, niñas
y familias.
En conclusión
De acuerdo con la bibliografía analizada y con las experiencias de vida de diversas familias, he identificado algunos
rasgos principales que permiten diferenciar lo que es la
desescolarización, el homeschooling y el unschooling.
La desescolarización, más que una manera de aprender
sin escuelas es una forma de vida que implica «la recuperación de los verbos, sustituyendo los sustantivos como
educación, salud, empleo, vivienda, etc., que nos instalan
en la dependencia de instituciones contraproductivas, por
verbos como aprender, sanar, trabajar, habitar, etc., que nos
devuelven la iniciativa, la agencia autónoma de transformación» (Esteva, 2013).
En contraste, el homeschooling y el unschooling, con sus
respectivas ramas (flexischooling y worldschooling), más
centradas en cómo aprender, perpetúan la noción de una
necesidad de educación.
En ese sentido, concluyo que no hay una manera ideal
de aprender sin escuelas; cada familia o joven debería elegir la que responde a sus intereses y contextos. Tampoco
considero que alguna de ellas sea mejor; sin embargo, la
desescolarización conlleva un proceso de vida más complejo,
porque abarca la vida toda, mientras que el homeschooling
y el unschooling se enfocan en el aprendizaje. M
Referencias bibliográficas
Bardolet, A. T. (2003). Los silencios y las palabras de Iván Illich.
Cuadernos de pedagogía, (323), 81-83.
Esteva, G. (2013). Hora de actuar. Más allá del capitalismo y del
patriarcado. Libritos Caranday.
Fernández, M. (2005). Nombrar lo innombrable, o lo difícil que resulta
criticar el poder profesional desde la profesión (A propósito de Iván
Illich). ETD- Educación Temática Digital, 2(6), 128-136.
Holt, J. (1976a). Instead of education: Ways to help people do things better.
Dutton.
Holt, J. (1976b). Libertad y algo más: ¿Hacia la desescolarización de la
sociedad? El Ateneo.
Illich, I. (1971a). La sociedad desescolarizada. Barral Editores.
Monié, C. y Rojas, C. (2018). Más allá de la escuela. Historias de
aprendizaje libre. Orejas de Burro.
Ornelas, R., Bartra, A., Ceceña, A. E., Esteva, G. y Holloway, J. (2013).
Crisis civilizatoria y superación del capitalismo. Universidad Nacional
Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Económicas.
Robert, J., Borremas, V. (Revs.) (2006). Iván Illich. Obras reunidas.
Volumen I. Fondo de Cultura Económica.
Zaldívar, J. (2012). Las teorías de la desescolarización. Cuarenta años de
perspectiva histórica. Historia Social y de la Educación, 1(1), 28-57.
Zaldívar, J. (2014). Iván Illich y la crítica a las instituciones educativas:
historia y actualidad. En J. Hernández, J. Quintano y S. Ortega
(Coords.). Educación y utopía. Ensayos y estudios, (pp. 37-54).
FahrenHause.
Zibechi, R. (2009). Los movimientos, portadores del mundo nuevo.
La Jornada. http://www.jornada.unam.mx/2009/01/16/index.
php?section=opinion&article=021a1pol
Notas
1
2
Investigadora de procesos no escolares en México, fundadora
y miembro activo de redes de aprendizaje y alternativas a la
educación, colaboradora en Unitierra Oaxaca, Milpa y Crianza
Mutua México.
Jorge (2018) y Gako (2019) son testimonios que hacen parte de la
investigación para la elaboración de mi tesis de maestría, «Mirada
interna al camino de familias que aprenden sin escuelas», aún sin
publicar.
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
16 I Tema central
Presentación de la
antipedagogía
Pedro García Olivo1
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 17
La forma occidental de educación
administrada. El «trípode» escolar
El aula
Esta supone una ruptura absoluta, un hiato insondable,
en la historia de los procedimientos de transmisión cultural:
en pocas décadas, se generaliza la reclusión «educativa» de
toda una franja de edad (niños, jóvenes). A este respecto,
Iván Illich ha hablado de la invención de la niñez:
Olvidamos que nuestro actual concepto de «niñez»
solo se desarrolló recientemente y en Europa occidental
(…). La niñez pertenece a la burguesía. Los hijos de los
obreros, los de los campesinos y los de los nobles vestían
todos como lo hacían sus padres, jugaban como estos,
y eran ahorcados al igual que los mayores (…). Si no
existiese una institución de aprendizaje obligatorio y para
una edad determinada, la «niñez» dejaría de fabricarse
(…). Solo a «niños» se les puede enseñar en la escuela.
Solo segregando a los seres humanos en la categoría de la
niñez podremos someterlos alguna vez a la autoridad de un
maestro de escuela (Illich, 1985, pp. 17-8).
Desde entonces, el estudiante se define como un «prisionero a tiempo parcial». Forzada a clausura intermitente, la
subjetividad de los jóvenes empieza a reproducir los rasgos de
todos los seres aherrojados, sujetos a custodia institucional.
Son sorprendentes las analogías que cabe establecer entre los
comportamientos de nuestros menores en las escuelas y las
actitudes de los compañeros presos de Fiódor Dostoievski,
descritas en su obra El sepulcro de los vivo.
Pero para educar no es preciso encerrar: la educación
«sucede», «ocurre», «acontece», en todos los momentos y
en todos los espacios de la sociabilidad humana. Ni siquiera
es susceptible de deconstrucción. Así como podemos
deconstruir el Derecho, pero no la justicia, cabe someter a
deconstrucción la escuela, aunque no la educación. «Solo
se deconstruye lo que está dado institucionalmente», nos
decía Jacques Derrida en «Una filosofía deconstructiva»
(1997, p. 7).
En realidad, se encierra para:
— Asegurar a la escuela una ventaja decisiva frente a las
restantes instancias de socialización (las familias, los centros
sociales y culturales, «la calle», etc.), en principio menos
controlables (Querrien, 1979, cap. 1).
— Proporcionar, a la intervención pedagógica sobre la
conciencia, la duración y la intensidad requeridas con el
fin de solidificar habitus y conformar «estructuras de la
personalidad» reproductivas del sistema económico y
político imperante (Bourdieu y Passeron, 1977).
— Sancionar la primacía absoluta del Estado, que rapta todos
los días a los menores y obliga a los padres, bajo amenaza de
sanción administrativa, a cooperar en tal secuestro, como
nos recuerda Jacques Donzelot en La policía de las familias.
Se termina aceptando, casi sin resistencia, la intromisión
del Estado en el ámbito de la educación de los hijos,
renunciando a lo que podría considerarse constituyente de
la esfera de la privacidad y de la libertad de las familias.
“
[...] Pero para educar
no es preciso encerrar:
la educación «sucede»,
«ocurre», «acontece», en
todos los momentos y en
todos los espacios de la
sociabilidad humana. Ni
siquiera es susceptible de
deconstrucción. Así como
podemos deconstruir
el Derecho, pero no la
justicia, cabe someter a
deconstrucción la escuela,
aunque no la educación.
“
L
a escuela (general, obligatoria) surge en Europa,
en el siglo XIX, para resolver un problema de
gestión del espacio social. Responde a una suerte
de complot político-empresarial tendente a
una reforma moral de la juventud —forja del «buen obrero«
y del «ciudadano ejemplar».
En Trabajos elementales sobre la escuela primaria, Anne
Querrien desvela el nacimiento de la escuela (moderna, regulada, estatal) en el Occidente decimonónico: en el contexto de
una sociedad industrial, capitalista, enfrentada a dificultades
de orden público y de inadecuación del material humano
para las exigencias de la fábrica y de la democracia liberal,
va tomando cuerpo el plan de un enclaustramiento masivo
de la infancia y de la juventud, alimentado por el cruce de
correspondencia entre patronos, políticos y filósofos, entre
empresarios, gobernantes e intelectuales. Se requería una
transformación de las costumbres y de los caracteres; y se
eligió el modelo de un encierro sistemático —adoctrinador
y moralizador— en espacios que imitaron la estructura y
la lógica de las cárceles, de los cuarteles y de las factorías
(Querrien, 1979).
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
18 I Tema central
El profesor
Se trata, en efecto, de un educador; pero de un educador entre otros —educadores «naturales», como los padres;
educadores elegidos para asuntos concretos, o «maestros»;
educadores fortuitos, tal esas personas que se cruzan inesperadamente en nuestras vidas y, por un lance del destino, nos
marcan en profundidad; actores de la «educación comunitaria»; todos y cada uno de nosotros, en tanto autoeducadores;
etcétera—. Lo que define al profesor, recortándolo de ese
abigarrado cuadro, es su índole «mercenaria».
Mercenario en lo económico, pues aparece como el único
educador que proclama consagrarse a la más noble de las
tareas y, acto seguido, pasa factura, cobra. «Si el maestro
es esencialmente un portador y comunicador de verdades
que mejoran la vida, un ser inspirado por una visión y una
vocación que no son en modo alguno corrientes, ¿cómo
es posible que presente una factura?». (Steiner, 2011, pp.
10-1). Mercenario en lo político, porque se halla forzosamente
inserto en la cadena de la autoridad; opera, siempre y en todo
lugar, como un eslabón en el engranaje de la servidumbre. Su
lema sería: «Mandar para obedecer, obedecer para mandar»
(Cortázar, 1993).
Desde la antipedagogía se execra, particularmente, su
autoasignada función demiúrgica («demiurgo»: hacedor de
hombres, principio activo del mundo, divinidad forjadora),
solidaria de una «ética de la doma y de la cría», en palabras
de Friedrich Nietzsche. Asistido de un verdadero poder pastoral (Foucault2), ejerciendo a la vez de custodio, predicador
y terapeuta (Illich3), el profesor despliega una operación
pedagógica sobre la conciencia de los jóvenes, labor de escrutinio y de corrección del carácter tendente a cierto «diseño
industrial de la personalidad»4. Como una aristocracia del
saber, como una élite moral domesticadora, los profesores
se aplicarían al muy turbio proyecto eugenésico occidental,
siempre en pos de un Hombre Nuevo —programa trazado
de alguna manera por Platón en el Político, aderezado por
el cristianismo y reelaborado, metódicamente, por la Ilustración5—. Bajo esa determinación histórico-filosófica, el
profesor trata al joven como a un bonsái: le corta las raíces,
le poda las ramas y le hace crecer siguiendo un canon de
mutilación. «Por su propio bien», alega la ideología profesional de los docentes... (Miller6).
La pedagogía
Disciplina que suministra al docente la dosis de autoengaño, o de «mentira vital» (Nietzsche), imprescindible para
atenuar su mala conciencia de agresor. Narcotizado por un
saber justificativo, podrá violentar todos los días a los niños,
arbitrario en su poder, sufriendo menos... Los oficios viles
esconden la infamia de su origen y de su función con una
«ideología laboral» que sirve de disfraz y de anestésico a los
profesionales: «Estos disfraces no son supuestos. Crecen en
las gentes a medida que viven, así como crece la piel, y sobre
la piel, el vello. Hay máscaras para los comerciantes así como
para los profesores» (Nietzsche, 1984, p. 133).
Como «artificio para domar» (Ferrer Guardia, 1976, p.
180), la pedagogía se encarga también de readaptar el dispositivo escolar a las sucesivas necesidades de la máquina
económica y política, en las distintas fases de su conformación histórica. Podrá así perseverar en su objetivo explícito
(«una reforma planetaria de las mentalidades», en palabras
de Edgar Morin, suscritas y difundidas sin escatimar medios
por la Unesco)7, modelando la subjetividad de la población
según las exigencias temporales del aparato productivo y
de la organización estatal.
A grandes rasgos, ha generado tres modalidades de intervención sobre la psicología de los jóvenes: la pedagogía negra,
inmediatamente autoritaria, al gusto de los despotismos
arcaicos, que instrumentaliza el castigo y se desenvuelve
bajo el miedo de los escolares, hoy casi enterrada; la pedagogía gris, la preferida del progresismo liberal, en la que el
profesorado demócrata, jugando la carta de la simpatía y del
alumnismo, persuade al estudiante-amigo de la necesidad
de aceptar una subalternidad pasajera, una subordinación
transitoria, para el logro de sus propios objetivos sociolaborales; y la pedagogía blanca, en la vanguardia del reformismo
pedagógico contemporáneo, invisibilizadora de la coerción
docente, que confiere el mayor protagonismo a los estudiantes, incluso cuotas engañosas de poder, simulando espacios
educativos «libres».
En El enigma de la docilidad, valoramos desabridamente
el ascenso irreversible de las pedagogías blancas:
Se produce,
fundamentalmente, una
«delegación» en el alumno de
determinadas incumbencias
tradicionales del profesor;
un trasvase de funciones que
convierte al estudiante en
sujeto/objeto de la práctica
pedagógica... Habiendo
intervenido, de un modo u
otro, en la rectificación del
temario, ahora habrá de
padecerlo. Erigiéndose en el
protagonista de las clases
re-activadas, en adelante
se co-responsabilizará del
fracaso inevitable de las
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 19
mismas y del aburrimiento
que volverá por sus
fueros conforme el factor
rutina erosione la capa de
novedad de las dinámicas
participativas. Involucrándose
en los procesos evaluadores,
no sabrá ya contra quién
revolverse cuando sufra
las consecuencias de la
calificación discriminatoria
y jerarquizadora.
Aparentemente al mando
de la nave escolar, ¿a quién
echará las culpas de su
naufragio? Y, si no naufraga,
¿de quién esperará un motín
cuando descubra que lleva a
un mal puerto?
En pocas palabras, por
la vía del reformismo
pedagógico, la democracia
confiará al estudiante las
tareas cardinales de su
propia coerción. De aquí se
sigue una invisibilización
del educador como agente
de la agresión escolar y
un ocultamiento de los
procedimientos de dominio
que definen la lógica interna
de la Institución (García
Olivo, 2005, p. 21).
Frente a la tradición del reformismo pedagógico —movimiento de las escuelas nuevas, vinculado a las ideas de John
Dewey, en Estados Unidos, de Maria Montessori, en Italia,
de Johann Heinrich Pestalozzi, en Suiza, de Ovide Decroly,
en Bélgica, de Adolphe Ferrière, en Francia, etc.; irrupción
de las escuelas activas, asociadas a las propuestas de Célestin
Freinet, Jean Piaget, Paulo Freire...; tentativa de las escuelas
modernas, con Francisco Ferrer Guardia al frente; eclosión
de las escuelas libres y otros proyectos antiautoritarios,
como Summerhill en Reino Unido, Paideia en España, la
«pedagogía institucional» de Michel Lobrot, Fernand Oury
y Aída Vásquez, en América Latina, o los centros educativos inspirados en la psicoterapia de Carl Rogers, también
en Estados Unidos; y articulación de la escuela socialista,
desde Antón Makárenko hasta Bogdan Suchodolski, bajo el
comunismo—, no existe, en rigor, una tradición contrapuesta,
de índole antipedagógica.
La antipedagogía no aparece como una corriente homogénea, discernible, con autores que remiten unos a otros, que
parten unos de otros. Deviene, más bien, como «intertexto»,
en un sentido próximo al que este término conoce en los
trabajos de Julia Kristeva: conjunto heterogéneo de discursos
que avanzan en direcciones diversas y derivan de premisas,
también variadas, respondiendo a intereses intelectuales de
muy distinto rango (literarios, filosóficos, cinematográficos,
técnicos...), pero que comparten un mismo «modo torvo» de
contemplar la escuela, una antipatía radical ante el engendro
del praesidium formativo, sus agentes profesionales y sus
sustentadores teóricos. Ubicamos aquí miríadas de autores
que nos han dejado sus impresiones negativas, sus críticas,
a veces sus denuncias, sin sentir necesariamente por ello
la obligación de dedicar, al aparato escolar o al asunto de la
educación, un corpus teórico riguroso o una gran obra. Al lado
de unos pocos estudios estructurados, de algunas vastas realizaciones artísticas, encontramos, así, un sinfín de artículos,
poemas, cuentos, escenas, imágenes, parágrafos o, incluso,
simples frases que apuntan siempre, por vías disímiles, a
la denegación de la escuela, del profesor y de la pedagogía.
En este intertexto antipedagógico cabe situar, de una parte,
poetas románticos y no románticos, escritores más o menos
«malditos» y, por lo común, creadores poco «sistematizados»,
como el Conde de Lautréamont (que llamó a la escuela «mansión del embrutecimiento»), Friedrich Hölderlin («Ojalá no
hubiera pisado nunca ese centro»), Oscar Wilde («El azote
de la esfera intelectual es el hombre empeñado en educar
siempre a los demás»), Charles Baudelaire («Es sin duda el
Diablo quien inspira la pluma y el verbo de los pedagogos»),
Antonin Artaud («Ese magma purulento de los educadores»),
Julio Cortázar (La escuela de noche), José María Arguedas (Los escoleros), Thomas Bernhard (Maestros antiguos),
Jean Vigo (Cero en conducta), etc., etc., etc. De otra parte,
podemos enmarcar ahí a unos cuantos teóricos, filósofos y
pensadores ocasionales de la educación, como Mijaíl Bakunin, Friedrich Nietzsche, Pavel Blonskij (en desarrollo de la
perspectiva de Karl Marx), Francisco Ferrer Guardia en su
vertiente «negativa», Iván Illich y Everett Reimer, Michel
Foucault, Alice Miller, Peter Sloterdijk, John Taylor Gatto, G.
Steva, Jorge Larrosa con intermitencias, Juan Carlos Carrión
Castro... En nuestros días, la antipedagogía más concreta,
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
20 I Tema central
perfectamente identificable, se expresa en los padres que
retiran a sus hijos del sistema de enseñanza oficial, pública
o privada; en las experiencias educativas comunitarias que
asumen la desescolarización como meta (Olea en Castellón,
Bizi Toki en Iparralde...); en las organizaciones defensivas y
propaladoras antiescolares (Asociación para la Libre Educación, por ejemplo) y en el activismo cultural que manifiesta
su disidencia teórico-práctica en redes sociales y mediante
blogs (Caso Omiso, Crecer en Libertad...).
El «otro» de la escuela: modalidades
educativas refractarias a la opción
socializadora occidental
La escuela es solo una «opción cultural» (Liégeois8), el
hábito educativo reciente de apenas un puñado de hombres
sobre la tierra. Se mundializará, no obstante, pues acompaña
al capitalismo en su proceso etnocida de globalización...
En un doloroso mientras tanto, otras modalidades educativas, que excluyen el mencionado trípode escolar, pugnan hoy por subsistir, padeciendo el acoso altericida de
los aparatos culturales estatales y paraestatales: educación
tradicional de los entornos rural-marginales, educación
comunitaria indígena, educación clánica de los pueblos
nómadas, educación alternativa no-institucional (labor de
innumerables centros sociales, ateneos, bibliotecas populares,
etc.), auto-educación...
Enunciar la otredad educativa es la manera antipedagógica
de confrontar ese discurso mixtificador que, cosificando la
escuela (desgajándola de la historia, para presentarla como
un fenómeno natural, universal), la fetichiza a conciencia
(es decir, la contempla deliberadamente al margen de las
relaciones sociales, de signo capitalista, en cuyo seno nace
y que procura reproducir) y, finalmente, la mitifica (erigiéndola, por ende, en un ídolo sin crepúsculo, «vaca sagrada»,
en expresión de Iván Illich9) (*8). M
3
4
5
6
7
Referencias
Bourdieu, P. y Passeron, J. C. (1977). La reproducción. Laia.
Cortázar, J. (1993). «La escuela de noche», en Deshoras. Alfaguara.
Derrida, J. (1973). «Una filosofía deconstructiva», en Zona Erógena, 35.
Donzelot, J. (1979). La policía de las familias. Pre-Textos.
Dostoievski, F. (1974)- El sepulcro de los vivos. Ediciones Rodegar. [1ª
edición en 1862]
Ferrer Guardia, F. (1976) La escuela moderna. Tusquets Editores. [1ª
edición en 1908]
García Olivo, P. (2005). El enigma de la docilidad. Sobre la implicación
de la escuela en el exterminio global de la disensión y de la diferencia.
Virus Editorial.
Illich, I. (1985). La sociedad desescolarizada. Editorial Joaquín Mortiz.
Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. ONU.
Nietzsche, F. (1984). Mi hermana y yo. Edaf.
Querrien, A. (1979). Trabajos elementales sobre la escuela primaria. La
Piqueta.
Steiner, G. (2011). Lecciones de los maestros. Siruela.
Notas
1
2
Escritor, anti-pedagogo y ex-profesor, crítico de las sociedades
democráticas occidentales. Sus textos se encuentran en www.
pedrogarciaolivo.wordpress.com
Poder pastoral, constituyente de «sujetos» en la doble acepción de
Michel Foucault: «El término “sujeto” tiene dos sentidos: sujeto
8
9
sometido al otro por el control y la dependencia, y sujeto relegado a
su propia identidad por la conciencia y el conocimiento de sí mismo.
En los dos casos, el término sugiere una forma de poder que subyuga
y somete» (Foucault, 1980b, p. 31)
En La sociedad desescolarizada, Iván Illich sostuvo lo siguiente: [La
escuela] a su vez hace del profesor un custodio, un predicador y un
terapeuta (…). El profesor-como-custodio actúa como un maestro
de ceremonias (…). Es el árbitro del cumplimiento de las normas
y (…) somete a sus alumnos a ciertas rutinas básicas. El profesorcomo-moralista reemplaza a los padres, a Dios, al Estado; adoctrina
al alumno acerca de lo bueno y lo malo, no solo en la escuela, sino
en la sociedad en general (…). El profesor-como-terapeuta se siente
autorizado a inmiscuirse en la vida privada de su alumno a fin de
ayudarle a desarrollarse como persona. Cuando esta función la
desempeña un custodio y un predicador, significa por lo común que
persuade al alumno a someterse a una domesticación en relación
con la verdad y la justicia postuladas (Illich, 1985, p. 19).
Asunto recurrente en casi todas las obras de Nietzsche —véase,
en particular, Sobre el porvenir de nuestras escuelas (2000). En
una fecha sorprendentemente temprana, 1872, casi asistiendo al
nacimiento y primera expansión de la educación pública, el «olfato»
de Nietzsche desvela el propósito de las nuevas instituciones de
enseñanza: «Formar lo antes posible empleados útiles y asegurarse
de su docilidad incondicional». De alguna forma, queda ya dicho
lo más relevante; y podría considerarse fundada, de una vez, la
antipedagogía que había empezado a balbucear en no pocos pasajes,
extremadamente lúcidos, de Bakunin (en el contexto de su crítica
pionera de la teología). A «la doma y la cría del hombre», se refiere
también Nietzsche en Así habló Zaratustra, especialmente en la
composición titulada «De la virtud empequeñecedora» (1985, pp.
237-247).
En Reglas para el parque humano, la idea de una «élite moral
domesticadora» (que actúa, entre otros ámbitos, en la escuela),
siempre al servicio del proyecto eugenésico europeo, es asumida,
si bien con matices, por Sloterdijk a partir de su recepción de
Nietzsche: «[Para Nietzsche] la domesticación del hombre era la
obra premeditada de una liga de disciplinantes, esto es, un proyecto
del instinto paulino, clerical, instinto que olfatea todo lo que en el
hombre pudiera considerarse autónomo o soberano y aplica sobre
ello sin tardanza sus instrumentos de supresión y de mutilación»
(2000b, p. 6).
Para Alice Miller (Por tu propio bien), toda pedagogía es, por
necesidad, «negra»; y enorme el daño que la escuela, bajo
cualquiera de sus formas, inflige al niño. Desde el punto de vista
de la psicología, y con una gran sensibilidad hacia las necesidades
afectivas del menor, la autora levanta una crítica insobornable
del aparato educativo, erigiéndose en referente cardinal de la
antipedagogía.
No podemos transcribir sin temblor estas declaraciones de Edgar
Morin, en Los siete saberes necesarios para la educación del futuro,
obra publicada en París, en 1999, bajo el paraguas de la ONU:
«Transformar la especie humana en verdadera humanidad se vuelve
el objetivo fundamental y global de toda educación» (p. 42); «Una
reforma planetaria de las mentalidades; esa debe ser la labor de la
educación del futuro» (p. 58).
Véase Minoría y escolaridad: el paradigma gitano, estudio
coordinado por Jean-Paul Liégeois (1998). Las conclusiones de
esta investigación han sido recogidas por Manuel Martín Ramírez
en «La educación y el derecho a la dignidad de las minorías. Entre
el racismo y las desigualdades intolerables: el paradigma gitano»
(2005, pp. 197-198). Remitimos también a La escolarización de los
niños gitanos y viajeros, del propio Liégeois (1992).
«La escuela esa vieja y gorda vaca sagrada» es el título que Iván
Illich eligió para una de sus composiciones más célebres, publicada
en 1968. Transcurrida una década, fue incluida en el número 1 de la
revista Trópicos (1979, pp. 14-31).
22 I Tema central
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 23
Desescolarización:
adaptarse a la educación
en casa
Paulette Delgado1
A
l empezar a estudiar desde casa, es normal
intentar imitar las escuelas tradicionales en
aspectos como el horario, las clases, el currículum o el formato. Aunque parece la mejor
manera de adaptarse, los alumnos necesitan desescolarizarse. Este término se refiere al proceso de acomodación
que atraviesa un alumno al cambiar del sistema educativo
tradicional a la educación en el hogar.
Sue Fairhead, autora de Home Education: What? Why?
How? A Guide for Beginners, recomienda a las familias que
están empezando la enseñanza en el hogar que, antes de ir
a comprar libros de texto o de crear un plan de estudio para
la educación en casa, hablen con sus hijos sobre sus objetivos y ambiciones. El propósito es descubrir qué significa
la educación para cada quién e ir encontrando diferentes
maneras de aprender fuera del aula. Además, tener claro
qué es la desescolarización ayuda a las familias a tener
expectativas realistas sobre cómo se ajustan sus hijos a la
educación en casa.
La autora Fairhead explica que, entre más tiempo hayan
estado los niños en un modelo tradicional, más tiempo les
costará adaptarse a la educación en el hogar. Aunque este
tiempo depende de la adaptación de cada persona, se estima
que el periodo es de un mes por cada año que estuvo en la
escuela, es decir, si estaba en tercer grado, le podría tomar
tres meses acostumbrarse al cambio. En este periodo es clave
fortalecer las relaciones familiares y aumentar el autoestima
del niño o la niña.
Además, los hijos no son los únicos que necesitan desescolarizarse; los adultos también. Es necesario que ellos
comprendan que el aprendizaje no solo ocurre en un salón
de clases y que no son necesarios 40 minutos de clase por
tema. Todo lo que hacen los niños puede ser educativo. Si
un adulto observa que hay cierto tema que le interesa a su
hijo y hace preguntas al respecto, puede aprovechar ese
momento de enseñanza para profundizar en este y ayudarlo
a desarrollar habilidades para investigar por su cuenta las
respuestas.
Parte importante del proceso de desescolarización es
que el infante desarrolle una curiosidad natural y se motive
a aprender más sobre lo que le interesa, en lugar de acatar estrictamente los horarios establecidos para un tema.
Además, Sue Fairhead recomienda tomar cada día como
viene; los padres deben comprensivos y brindar apoyo a los
infantes durante este periodo para ayudarlos a acoplarse a
la educación en casa.
La desescolarización es una etapa importante porque
ayudará las familias a lidiar con el cambio y a adaptarse a
un aprendizaje menos formal. Además, trae consigo muchos
beneficios, como dedicar tiempo a los hijos para descubrir
sus intereses y habilidades, desarrollar la manera de aprender
por sí mismos y tener una mejor relación familiar ya que
permite compartir más tiempo con sus hijos para conocerlos.
También, implica que las familias estén más involucradas
en la educación de sus hijos ya que, juntos tendrán que
descubrir el estilo de aprendizaje que mejor funciona para
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
24 I Tema central
Consejos para la etapa de
desescolarización
Parte del proceso de desescolarización es aceptar que
la educación en el hogar no se verá igual que en aula. Para
empezar, el tiempo no es estructurado, por lo que no se
necesita cubrir cierta porción de un tema para cumplir con
un currículo. Este es un error común ya que, las familias
que apenas comienzan a educar a sus hijos en casa temen
reetrasarse.
Lo importante es entender que los menores de edad son
aprendices naturales, por lo que es necesario permitirles ser
curiosos. Si a tu hija le gustan los juguetes de construcción,
como los bloques Lego, puedes utilizarlos para crear un
modelo a escala de la casa y enseñarle matemáticas, pues se
involucran mediciones; o arte, si le pides que dibuje un plano.
Si tu hijo empieza a mostrar interés por la cocina, las recetas
son un excelente medio para enseñarle a sumar, a restar, a
multiplicar, a dividir e, incluso, fracciones, más si hay que
duplicar o dividir las medidas de las recetas. Además, seguir
las instrucciones de una receta es una excelente manera de
enseñar pensamiento algorítmico y programación.
Al inicio del proceso de desescolarización, se puede permitir que los hijos descansen y tengan mayor libertad, pero
es importante ir agregando estructura lentamente. La mejor
manera de hacerlo es hablando con ellos sobre cómo se vería
una rutina y discutir diferentes actividades y lecciones. Esto
no significa crear un horario; es importante que la estructura
produzca el menor estrés posible, de ahí la importancia de
discutirlo en familia. ¿Tienen alguna hora o lugar donde
sea mejor aprender acerca de cierto tema? ¡Aprovéchenlo!
Es crucial que las familias, en particular los adultos, aprendan a confiar más en sí mismos y en los infantes. Al principio,
es de esperarse que los mayores se sientan abrumados por el
papel de educadores que deben ejercer, o frustrados porque
no sentirse preparados, pero poco a poco su mentalidad irá
cambiando y descubrirán que el aprendizaje no está limitado
a una escuela o un maestro.
Algo que puede ayudar a las familias a superar esta etapa
de desescolarización es buscar apoyo en grupos virtuales o
en una institución donde haya más familias que educan a
sus hijos desde el hogar. Esto no solo ayudará a hacer amigos
y a crear comunidad, sino a encontrar apoyo en lo que se
adaptan al cambio.
Fomentar la pasión por la lectura
Si bien es importante fomentar la lectura en las familias,
no es necesario que todo lo que se lea sea educativo o libros
de texto. Debemos permitir que el niño o la niña elijan lo que
más les interese entre clásicos, novelas históricas o incluso
ficción. En el mercado, hay libros que relatan momentos
históricos y que pueden, incluso, ayudar a los infantes a
entender mejor el contexto de una época. Dependiendo
de la edad, también es una buena oportunidad para que los
adultos lean a sus hijos y así mejorar la relación familiar.
Jeanne Faulconer, directora del Brave Writer Homeschool Alliance y profesora experta en educación en el hogar,
recomienda que, para motivar a los hijos a leer, es necesario
dejarlos hcerlo en lugares cómodos como el sofá o la cama,
para hacerlo más informal. Así, se relajan y no lo sienten
como un deber u obligación. Además, es importante que los
adultos pongan el ejemplo y que los hijos los vean leyendo
por placer, aunque sea el periódico o revistas.
Familiarizarse con la biblioteca local también es clave, no
solo por los libros que se pueden encontrar ahí de manera
gratuita, sino porque estas suelen albergar actividades como
cuentacuentos o espacios para manualidades que ayudarán
a los infantes a socializar. Por otra parte, las familias pueden
encontrar en las bibliotecas mucho material de referencia
y apoyo en temas como crianza y educación en el hogar,
entre otros.
“
[...] El propósito es
descubrir qué significa la
educación para cada quién
e ir encontrando diferentes
maneras de aprender fuera
del aula.
“
cada quien y crear un plan de estudios. Otra ventaja es que
los infantes, y sobre todo los adolescentes, pueden pensar
y descubrir qué les gustaría estudiar pues tienen un mejor
conocimiento de sus intereses y de habilidades, los que los
motiva a seguir sus inclinaciones y pasiones.
La desescolarización no es un término nuevo. Hubo
todo un movimiento social, en los años sesenta y setenta,
promovido por educadores como Iván Illich que, en su libro
Deschooling Society, fomentaba la desescolarización. Illich
y otros educadores, como Everett Reimer, promovían un
esquema educativo distinto, que no se centrara en el programa escolar y en las calificaciones, sino en las habilidades
que necesitaran adquirir los estudiantes.
Incluso, Illich decía que, «el aprendizaje es la actividad
humana que menos manipulación de terceros necesita. La
mayor parte del aprendizaje no es la consecuencia de una
instrucción. Es más bien el resultado de una participación
no estorbada en un entorno significativo. La mayoría de la
gente aprende mejor “metiendo la cuchara”, y sin embargo,
la escuela les hace identificar su desarrollo cognoscitivo personal con una programación y manipulación complicadas».
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 25
Aprovechar la tecnología también es importante en esta
etapa. Las nuevas generaciones son muy intuitivas, por lo
que no es necesario comprar programas especiales para que
aprendan en una computadora. Incluso, si los hijos tienen
problemas con la escritura, a veces cambiar a un teclado
puede ayudarlos a confiar rápidamente en la escritura.
El internet puede ser un gran aliado en la educación del
hogar, ya sea para tomar cursos en línea, conocer algún museo
de manera virtual o ver charlas TED talks. La red es una gran
fuente de información. Incluso, promueve la curiosidad de
los infantes ya que los motiva a investigar más sobre algún
tema de su interés. Esta cuarentena es un buen momento
para enseñarles cómo identificar fuentes verídicas de falsas
y para enseñarles sobre seguridad y responsabilidad en línea.
Al igual que en la escuela, es importante incluir actividades físicas en la educación desde el hogar. Además de
eliminar el aburrimiento, el ejercicio ayuda a reducir el estrés
y puede ser un escape al confinamiento, tanto para adultos,
como para menores de edad. Es recomendable dejar que cada
miembro de la familia elija de qué manera ejercitarse, para
darle control de su tiempo y alentar el aprendizaje.
El proceso de desescolarización también es un buen
momento para invitar a los estudiantes a tomar las riendas
de su educación y opinar sobre qué se puede mejorar en el
hogar para superar ese periodo, para permitir a los hijos ser
creativos y motivarlos para que se expresen de maneras distintas a través del arte, a través de un dibujo, construyendo
cosas, contando historias… Esto los ayudará a entender que
se puede aprender y comunicar de muchas maneras.
En caso de tener jardín o un parque cerca, acercarse a la
naturaleza ayudará a los infantes a aprender ciencias naturales
de manera divertida. Plantar algo, cuidar las plantas dentro
del hogar, identificarlas, así como insectos o pájaros, ayudará
a despertar la curiosidad y a aprender de manera vivencial.
La televisión también puede ser un medio educativo.
Hoy en día, hay una gran variedad de programas y películas
educativas que las familias pueden aprovechar para aprender
juntos. Por ejemplo, si los adultos de la casa no saben mucho
sobre inteligencia artificial, hay documentales en plataformas
como Netflix al respecto. Ver un programa o una película
en familia puede provocar el diálogo o el debate familiar
para discutir lo que vieron. Faulconer incluso recomienda
programas como Mythbusters: los cazadores de mitos porque
muestran tal cual el método científico.
¿Cómo saber si ya se superó la etapa de desescolarización?
La fundación Time4Learning, enfocada en educación
en línea, creó un cuestionario para ayudar a los papás a
saber si los hijos tuvieron un periodo de desescolarización
lo suficientemente largo. Contestar a todas las preguntas
del siguiente cuestionario con un «sí», quiere decir que la
han superado.
— ¿Comprenden que cada hijo puede aprender de manera
distinta, por lo que existen preferencias de estilos al
educarse y tienen aprendizajes específicos?
— ¿Entienden que la educación en el hogar permite libertad
para personalizar la educación?
— ¿Reconocen que la curiosidad de cada hijo puede ser un
punto de partida para una experiencia de aprendizaje?
— ¿Ha mejorado la relación con sus hijos?
— ¿Aprendió a valorar las actividades como las excursiones o
clubes como parte de una educación integral?
Adaptarse a la educación en el hogar no es sencillo;
muchas familias temen que dejar a los hijos tomar algo de
control sobre su aprendizaje puede resultar en que terminen
jugando videojuegos todo el día o en que se retrasen en sus
estudios. Es por eso que el proceso de desescolarización es
necesario. Esta etapa les ayudará a adoptar un enfoque más
holístico y personalizado y dejar atrás viejas ideas sobre
cómo se ve o debe verse la educación. Además, esta etapa
de transición será mucho menos estresante, tanto para los
adultos como para los hijos, pues van a crear juntos una
visión de su educación y a trabajar en conjunto para idear
soluciones educativas que se adapten a todas los miembros
de la familia.
No hay reglas ni soluciones mágicas con la desescolarización. Entre más pase el tiempo, más fácil será agregar,
gradualmente, estructura a los días e ir adoptando hábitos que
harán el aprendizaje más efectivo. También, con el paso del
tiempo, las familias irán encontrando su estilo de enseñanza
preferido y tendrán su propio ritmo. El resultado será una
mayor confianza en su papel de educadores educadores. M
Referencias
Bales, K. (2020). What is deschooling and is it important? (Tips for
deschooling your child). https://www.reallifeathome.com/what-isdeschooling-and-is-it-important/
Delgado, P. (2020). Educación en el hogar vs. desescolarización.
Observatorio de Innovación Educativa. https://observatorio.tec.mx/
edu-news/educacion-en-casa-desescolarizacion-diferencias
Deschooling. (2020). Retrieved 20 May 2020, from https://home-ed.
info/home_ed_articles/deschooling
Illich, I. (1983). Deschooling society (6ª edición). Harper Colophon.
Milcic, A. (2020). How to deschool. Tips to help you and your kids. https:
kingdomfirsthomeschool.com/how-to-deschool/
The truth about deschooling that will blow your mind. (2020). Retrieved
17 May 2020, from https://educatedadventures.com/2016/03/16/
the-truth-about-deschooling-that-will-blow-your-mind/
Notas
1
Investigadora de procesos no escolares en México, especilista de
tendencias educativas en el Observatorio de Innovación Educativa
del Tecnológico de Monterrey
— ¿Descubrieron que el aprendizaje no está limitado a un aula
y se puede dar en cualquier momento o lugar?
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
26 I Tema central
¿Obsolescencia
de los títulos
académicos
convencionales?
Erwin Fabián García López1
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 27
Dos universidades «revolucionarias»:
42 y Unitierra
N
o tienen currículo, horarios, asignaturas o
profesores. Tampoco exigen títulos anteriores; ni los otorgan. No consideran el conocimiento en tanto disciplinas aisladas. Además, son gratuitas. La lectura y la escritura académica formal
no se consideran relevantes, ni son requisito para avanzar
en el proceso de aprendizaje. No hay segregación etaria,
las personas se relacionan permanentemente de manera
intergeneracional; se aprende al resolver asuntos concretos
y reales de la vida2; el conocimiento se construye de forma
interdisciplinar y transdisciplinar; la vinculación al trabajo
remunerado sucede desde el principio del proceso de ingreso
a la universidad; el aprendizaje está basado en verdaderas
motivaciones intrínsecas de las personas participantes; la
evaluación resulta de los procesos y de los resultados verificables en la solución de casos concretos que realmente
necesitan las personas y organizaciones. La autoridad no
se impone, se construye mediante el proceso cotidiano de
validación del saber y de la experiencia de las personas
involucradas. Priman la autoorganización del aprendizaje
y la educación autodirigida.
Hace varios años estamos investigando sobre las características de este tipo de universidades. Ahora que hay un
incremento en el interés por discutir públicamente sobre la
pertinencia de las universidades en Colombia, estimulado,
en parte, por el decrecimiento rápido de la matrícula y los
mensajes cada vez más claros del mercado laboral y de las
corporaciones empresariales sobre la obsolescencia de los
títulos universitarios, es relevante estudiar los procesos de
estas universidades que están llevando a cabo un proceso
verdaderamente diferente.
De hecho, es cada vez más frecuente que grandes empresarios decidan contratar a personas sin títulos universitarios
para que asuman cargos para los que antes se necesitaba
haber pasado por la educación escolarizada titulada. Uno de
ellos es Bill Gates, quien, desde hace varios años, promueve
que los empresarios contraten basados en competencias y
habilidades, y no en títulos. Ahora son frecuentes los reportes
de empresas internacionales y de sus filiales locales que no
exigen títulos universitarios para contratar a empleados que
antes sí lo requerían. Algunas de estas empresas son Google,
Penguin Random House, Hilton, Publix, Apple, Starbucks,
Nordstrom, Home Depot, IBM, Banco de América, Chipotle,
Lowe’s, Tesla, Ernst & Young (EY), Costco Wholesale y
Whole Foods.
Recientemente, Elon Musk, CEO de Tesla, en su convocatoria vía Twitter para proveer cargos en esa corporación
empresarial anunció: «Un doctorado, definitivamente, no
es necesario. Lo único que importa es una comprensión
profunda de la inteligencia artificial y la capacidad de implementar de una manera que sea realmente útil. No me importa
si incluso no te graduaste de la secundaria».
Al mismo tiempo, cada vez más jóvenes con capital
cultural relevante y con información pertinente prefieren
optar por las microdenciales que expiden especialmente las
universidades de élite académica internacional3. Consideran
que este es un camino más efectivo que el de someterse a los
programas convencionales de la universidades que tienden
una duración de cuatro años o más. Cada vez más, grandes
empresas consideran que esas microdenciales son suficiente
requisito de titulación para iniciar un proceso de selección
y enganche de empleados.
Universidades «alternativas»: formas
similares, fondos disímiles
42 (www.42.fr/) y la Universidad de la Tierra (www.
unitierraoax.org) comenzaron sus actividades en París y en
Oaxaca, respectivamente. Si bien tienen propósitos filosóficos y políticos muy diferentes, es pertinente analizar las
características más o menos comunes. Las personas que
dirigen estas universidades saben que los currículos no
son necesarios, que la educación dirigida mediante rígidos
planes de estudio es obsoleta y que los contenidos predeterminados aislados de las situaciones reales de la vida no
son la motivación necesaria para el aprendizaje efectivo.
Coinciden en que la escolaridad obligatoria preescolar, básica
y secundaria afecta de manera negativa y hasta destruye el
entusiasmo y la creatividad de los seres humanos.
Los jóvenes, hombres y mujeres que van a estas dos
universidades lo hacen por real voluntad propia, en su
mayoría han desistido de la escolaridad obligatoria en el
nivel medio o antes o, incluso, hacen parte de procesos
de aprendizaje libre, sin escolaridad, desde su nacimiento.
Para iniciar el proceso, no son necesarias titulaciones previas, ni pruebas estandarizadas, solo las ganas de querer
aprender. Tampoco expiden títulos, porque saben de la
obsolescencia de estos.
Han asumido, como uno de sus ejes fundamentales,
que los seres humanos aprendemos de lo importante solo
si está verdaderamente relacionado con nuestras motivaciones intrínsecas y si lo que se está tratando de aprender
sirve para entender y resolver asuntos reales y relevantes
de la vida presente4, de lo concreto que afecta a los seres
humanos involucrados de manera directa en el proceso
de aprendizaje.
Saben que los títulos de la secundaria y universitarios no
garantizan a sus poseedores el conocimiento que anuncian;
por el contrario, pueden ser indicio de que han recorrido
un largo proceso de daño a sus capacidades de iniciativa, de
creatividad, a entusiasmo y a su autonomía, características
indispensables para aprender las habilidades y competencias
que son necesarias con el propósito de contribuir efectivamente en diversos tipos de organizaciones.
Aprenden haciendo, trabajando sobre temas y problemas reales desde el primer día de ingreso a la universidad.
Desecharon la enseñanza escindida de la teoría y de la
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
28 I Tema central
práctica, consideran que la mejor teoría es la que permite
avanzar de inmediato en la acción concreta que posibilita
la experiencia5, para así lograr el aprendizaje efectivo que
lleva a la satisfacción inmediata de sentir que se atienden y
se resuelven asuntos de la vida real.
No hay personas únicas que enseñen porque, supuestamente, son las que saben todo lo necesario, es decir, no
hay profesores convencionales como sigue sucediendo en
la mayoría de las universidades donde esas autoridades
incuestionables ordenan a todos los otros lo que se tiene
que aprender. Los títulos de PhD y similares no establecen la
autoridad ni las jerarquías. En estas universidades, consideran que todos los involucrados, mayores y menores, pueden
enseñar y aprender al mismo tiempo; lo hacen de manera
colectiva y colaborativa, se relacionan permanentemente de
forma intergeneracional. Se promueve la discusión continua
sobre cuáles son los contenidos de verdad necesarios para
el aprendizaje, para poder resolver los problemas sobre los
que se trabaja. No se guían por programas de cursos atemporales que se repiten decenas de veces, como en la mayoría
de universidades. La autoridad se construye mediante el
proceso cotidiano de validación del saber y de la experiencia
de las personas involucradas. Por lo tanto, no hay estructuras burocráticas que atornillen, de manera indefinida, a los
llamados profesores.
El aprendizaje sucede en múltiples momentos y lugares, los horarios no delimitan los tiempos del proceso, los
espacios físicos y los contextos son diversos6, los salones de
clase son lugares marginales, existen otros muy diferentes
lugares de encuentro para esas dinámicas de aprendizaje
colectivo y colaborativo, dentro y fuera de las instalaciones
de esas universidades.
Han eliminado las asignaturas como guía del aprendizaje,
renuncian a reproducir la enseñanza de las disciplinas como
islas que rivalizan entre unas y otras. Estos procesos exigen
construcción del conocimiento interdisciplinar y transdisciplinar de manera permanente. Todos los temas, problemas
o proyectos que se trabajan, requieren, simultáneamente,
de aprendizaje de variados conocimientos, técnicas, artes,
tecnologías y saberes. Se involucra, de manera continua, a
diversas personas para que contribuyan con sus experiencias
y conocimientos al rápido aprendizaje y desarrollo de los
proyectos que se llevan a cabo.
La lectura y la escritura formal convencional no son los
medios principales para reproducir y validar el conocimiento
pertinente en estas universidades. La autoría de artículos
científicos o libros publicados no son los que determinan
la calidad de los trabajos o de las personas involucradas. Se
recurre a diversos medios de búsqueda y de divulgación del
conocimiento: las herramientas digitales, las redes sociales,
los medios de comunicación verdaderamente alternativos;
también, las técnicas artesanales y, sobre todo, se revaloriza
la comunicación oral, la conversación diversa y constante
como medio fundamental para el aprendizaje colectivo
colaborativo.
Son gratuitas, no se financian con los pagos de los estudiantes7; por el contrario, desde el inicio del proceso, las personas empiezan a recibir recursos y pagos por los proyectos
a los que están vinculados. Estos proyectos tienen relación
directa con diversas organizaciones que contribuyen en la
financiación de dichas universidades. Reportan, como tasa
de vinculación al trabajo remunerado, cerca del 100% de
estudiantes y egresados en todos sus énfasis de formación.
Se promueve la autoorganización del aprendizaje y la educación autodirigida. Cada una de las personas involucradas
tiene autonomía para orientar los énfasis de su aprendizaje,
su agenda particular de motivaciones e intereses incide de
manera real y continua en el proceso, la dinámica colectiva
puede ser transformada todo el tiempo por las interacciones
que se dan, no existe una dirección a cargo de una persona
específica, mucho menos de manera permanente.
También hay grandes diferencias filosóficas y políticas
entre estas dos universidades. 42 promueve la competencia exacerbada y la exclusión del proceso de aprendizaje:
considera necesario seleccionar a los más capaces, es decir
que, los estudiantes y otras personas involucradas que no
cumplan con las condiciones para responder a la velocidad y
a la exigencia de las corporaciones empresariales que financian los proyectos de aprendizaje no pueden continuar. Ya
circulan reportes donde se informa de niveles de «autoexigencía» de estudiantes y de otras personas vinculadas a esta
universidad que generan daños en su salud física y mental.
Se menciona un consumo en aumento de sustancias que
impiden dormir para mantener, sin interrupciones, ritmos
de trabajo continuos de 48 horas y más.
Por el contrario, la Universidad de la Tierra considera
que el aprendizaje es un proceso permanente de acciones
comunitarias, sociales, cooperativas y solidarias que exigen
incluir a todas las personas interesadas en estas perspectivas del conocimiento. Explora, constantemente, medios
para evitar la competencia, la no exclusión. Sus proyectos
se llevan a cabo con organizaciones indígenas, campesinas
y sociales, con artesanos y con pequeños productores. Se
considera que el propósito principal de la universidad es
aportar al buen vivir dentro la perspectiva filosófica de los
pueblos originarios, haciendo resistencia y como disidencia
a la cultura capitalista hegemónica.
42 ya se replica en doce países; Unitierra en seis. Ambas
están llegando a Colombia. Estas son otras evidencias de las
experiencias crecientes, en todo el mundo, que transforman
radicalmente los procesos de aprendizaje y de escolarización obligatoria8. Se requiere que las universidades de alto
rendimiento dejen de ocultar sus profundas crisis para que
puedan iniciar procesos de verdadero cambio. Universidades de «élite» académica, públicas y privadas, ya cuentan
con iniciativas transformadoras preliminares exitosas que
buscan replicar, en diferentes grados, esas universidades
«revolucionarias». Es necesario, entonces, que las instancias
de dirección de estas instituciones educativas den a estos
proyectos el apoyo que requieren para avanzar.
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 29
Hacia la comprensión de un fenómeno
creciente
Todo lo anterior, que puede sonar a «fantasía» para
muchas personas vinculadas a la educación, ya es una realidad, desde hace bastantes años, en cada vez más familias
y comunidades. También, en diversas formas organizativas
colectivas de educación, a veces llamadas «colegios alternativos». Algunos funcionan sin buscar las licencia que expiden
las secretarías de educación ya que eso implicaría alejarse
de las transformaciones que consideran indispensables en
su innovación educativa.
En estos procesos, los adultos aprendemos a ser mejores
seres humanos; también, de Matemáticas, Física, Química,
Artes, Astronomía, Sociales y todos los demás conocimientos
académicos necesarios. En muchos se aprende de manera
transdisciplinar dado que el conocimiento no se fragmenta
en asignaturas y horarios; los temas, las preguntas y los
problemas que se abordan tienen relación con necesidades
concretas de las personas involucradas, lo que motiva a que
el conocimiento se asuma como un todo.
Quizá, para lograr entender suficientemente las causas
de los aprendizajes en esos tipos de universidades y procesos alternativos, es necesario estudiar distintos trabajos
científicos que demuestran que la educación basada en la
escolaridad obligatoria y en la titulación convencional no
forman de manera adecuada a los seres humanos9, desde
el proyecto Zero, de la Universidad de Harvard, de hace
más de cincuenta años, hasta los más recientes trabajos
de Sugata Mitra (Autoorganización del aprendizaje), Jean
Liedloff (El concepto del continuum), John Holt y Patrik
Farenga (Cómo aprenden los niños), Casilda Rodrigáñez
(Límites a los niños), Carlos González (Creciendo juntos),
Madalen Goiria (La escolaridad flexible), Peter Gray (Centros
de aprendizaje ágil), Leslie Barson (Centros comunitarios de
aprendizaje), André y Arno Stern (Juego libre y aprendizaje),
Bertrand Russell (Condiciones para educar niños), Bryan
Ray (Educación en casa), Iván Illich y Braulio Hornedo (La
sociedad desescolarizada), Gustavo Esteva (Alternativas a
la educación), Francesco Tonucci (La ciudad de los niños),
Alice Miller (Salvar tu vida), Alan Touraine (El afecto en las
instituciones educativas), Claudio Naranjo (Autoconocimiento
y educación), Manfred Max Neef (Creatividad y aprendizaje)
y las decenas de alternativas documentadas en el mapeo
colectivo de REEVO (www.reevo.org).
Así mismo, los procesos también exitosos de la educación
popular que se han alejado de la escolarización obligatoria
y muchas más investigaciones, evidencias, comprensiones,
experiencias probadas y propuestas demuestran que los
niños, niñas, adolescentes y jóvenes pueden contribuir
sustancialmente, de manera autodirigida, a su propio aprendizaje-educación y al de su entorno familiar, al comunitario
y al institucional. M
Notas
1
2
3
4
5
6
7
8
9
Docente e investigador. Miembro del Observatorio de Juventud,
OBJUN, del Departamento de Ciencias Políticas. Es magíster en
Educación, coordinador del proceso de investigación-acción sobre
Educaciones Alternativas (EA) y sobre Educaciones Sin Escuela
(ESE) de la Universidad Nacional de Colombia.
Se refiere a involucrar preguntas, asuntos, problemas reales
personales, familiares, comunitarios a partir de los que se construye
el conocimiento. Para saber más sobre esto, revisar los trabajos de
Gustavo Esteva de las educaciones alternativas a las alternativas
en la educación, por ejemplo, From a Pedagogy for Liberation to
Liberation from Pedagogy en http://www.swaraj.org/shikshantar/
gustavols3.htm
Para saber más sobre las motivaciones y razones de las familias,
niños, niñas, adolescentes y jóvenes al buscar caminos alternativos
de educación, recomiendo revisar el libro Un mundo por aprender,
editado por la Universidad Nacional de Colombia. El autor de este
artículo es el coordinador, compilador y coautor de ese libro. Para
descarga gratuita https://educacionsinescuelacolombia.wordpress.
com/libro-un-mundo-por-aprender/
Para profundizar sobre esto, revisar los trabajos de John Caldwell
Holt especialmente Cómo fracasan los niños (1964) y Cómo aprenden
los niños (1967).
Estos planteamientos tienen como uno de sus principales referentes
las investigaciones sobre juego libre. Para conocer más sobre este
asunto, por favor revisar los trabajos de Peter Gray y de André
Stern.
Se sugiere revisar el trabajo de investigación para grado de magíster
en Educación del autor de este artículo, Aprendizajes en la educación
sin escuela/ Learning in homeschooling and unschooling education en
http://bdigital.unal.edu.co/3085/. El artículo académico, resumen
de este trabajo, está publicado en International perspectives on home
education. Do we still need schools? Palgrave Macmillan.
Se sugiere revisar el artículo de investigación «La
decisión de no escolarizar a las niñas, niños, adolescentes
y jóvenes: una aproximación para el cálculo de los gastos
microeconómicos y macroeconómicos en Colombia». https://
educacionsinescuelacolombia.wordpress.com/2019/04/21/esegastos/. Una versión resumida de este artículo está en proceso
de edición para su publicación en inglés en una revista científica
estadounidense.
Ojalá estos planteamientos motiven a cada vez más personas a
continuar la indagación detallada sobre diversas organizaciones
de aprendizaje y de educación que, así como 42 y la Universidad
de la Tierra, están llevando a cabo sus procesos de maneras
realmente diferentes en todos los niveles conocidos de la educación
convencional preescolar, básica, media y universitaria, en donde
siguen predominando la escolaridad obligatoria y la enseñanza
obligatoria.
Durante varios años hemos invitado a diversos expertos en
educación para que estudien algunas experiencias alternativas de
aprendizaje y de educación sobre las que hemos estado trabajando.
Ha habido muy poca receptividad, aunque está aumentando.
En algunos casos, se aproximan a las experiencias, pero no dan
credibilidad a las evidencias empíricas, y se alejan pronto. Hemos
entendido que, solo cuando estas personas se dispongan a estudiar
los referentes teórico-prácticos que sugerimos, diferentes al canon
teórico y a las herramientas conceptuales a las que están habituados,
empezarán a interesarse por estas otras maneras de comprender el
aprendizaje y la educación.
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
30 I Tema central
Desescolarización
para unos, escolarización
para otros
Bruno Iriarte1
Q
uizá si muchos de nosotros, en nuestros países
de América Latina, no estuviéramos pasando
por estos momentos de confinamiento obligatorio, producto de la pandemia global actual,
nunca en nuestras vidas habríamos practicado el homeschooling con nuestros hijos. Es decir, esa instancia en donde el
niño o el adolescente aprende en su propio hogar el mismo
contenido que podría aprender en la escuela. En la mayoría
de los casos, madre o padre son quienes hacen las veces de
profesores. Menos, de no haber sido por esta situación, nos
hubiéramos planteado la posibilidad de que se educasen sin
la escuela o, por lo menos, sin el acceso físico y de forma
regular a una. Bien, hoy por hoy, y ante la ausencia de esta,
nos encontramos obligados, nos guste o no, a no enviar a
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 31
nuestros hijos a una, pero ¿cuántos de nosotros, al conocer
ahora el escenario de los niños en casa 24x7, lo elegiríamos?
Primero que todo, es necesario tener claro, para evitar
confusiones en la lectura de este artículo, que la desescolarización no es precisamente no enviar a tus hijos a la escuela
porque una pandemia obligó a cerrar todos los establecimientos educativos; tampoco es la imposibilidad de enviarlos a la
escuela porque vives lejos de una o porque, simplemente, la
vida de los niños se define en un constante ir a la escuela o
ir a buscar comida. Nada de eso. La desescolarización es un
modo de vida que se elige conscientemente en todos los casos.
Lo he conocido a lo largo de cuatro años de investigación,
producto de los viajes que realizo por América Latina a
bordo de @lakombicholulteca, en los que me he entrevistado
con decenas de padres decididos a evitar la rutina escolar
de sus hijos. Ellos los encargados de llevar adelante la tarea
docente en forma total, ya sea con un contenido planificado
de desarrollo de conocimiento y habilidades, o no.
Ahora bien, este tipo de elecciones siempre son vistas con
desconfianza por todas las personas que, de alguna forma,
hacen parte del universo educativo, incluso por muchos de
los que, de manera constante, promocionamos la educación
alternativa o la innovación educativa como espacios en donde
se pueden encontrar algunas de las respuestas a muchas de las
preguntas que se hace la educación hoy en día en la región.
Más aún, en tiempos de pandemia, en los que la escuela
tiene sus puertas cerradas y se limita a un espacio virtual.
Muchos docentes y parte del personal directivo han obviado
cualquier expectativa y limitan su trabajo a enviar material
vía correo electrónico o a organizar clases prácticamente
unidireccionales mediante videollamadas grupales (en el
mejor de los casos). Este es un campo para el que muchos
de ellos jamás se han formado en la profundidad que el
aprendizaje significativo, al utilizar esas plataformas, exige.
Es necesario, entonces, tener en cuenta que, dentro de la
desescolarización (que para este artículo entenderemos como
la ausencia de la escuela formal en la formación de niños y
adolescentes —sea esta de un modelo educativo tradicional,
innovador o alternativo—), existen instancias parciales o totales. Así, porque el concepto de escolarización hace referencia
al acceso obligatorio de los niños y adolescentes a la escuela
y es sabido que esta es un espacio no siempre físico-formal.
En la actualidad, esa línea se ha difuminado al punto que no
se puede negar que exista escuela si hay un plan familiar de
hacer caso, desde la propia casa y sin la presencia de una
autoridad estatal, a la planificación escolar diseñada por las
secretarías de educación para complementar aprendizajes
según las edades de los muchachos.
Esto me lleva a destacar la existencia de una desescolarización parcial para el caso de los homeschoolings y de otros
espacios que siguen una serie de lineamientos establecidos
por los Estados o por los propios individuos que los forman,
pero lejos de los espacios tradicionales, como suelen ser las
escuelas. En cambio, si nos toca hablar de una desescolarización plena, hablamos de la ausencia de cualquier elemento
de educación formal, ya sea de la propia escuela, como de
instancias intermedias como serían los espacios que se
llevan adelante con pedagogías alternativas y que esquivan
la denominación de escuela (por ejemplo, fundaciones o
grupos de trabajo); o incluso, los propios homeschoolings.
Los niños o adolescentes desescolarizados por completo
no siguen un plan detallado en su proceso de aprendizaje
de conocimientos y habilidades. Por el contrario, los responsables de los muchachos observan que el desarrollo de
sus aprendizajes es espontáneo y no necesita de grandes
planificaciones puesto que adquirirán los conocimientos
y las habilidades a medida que las necesiten, en lugar de
hacerles perder tiempo en aprendizajes que no recordarán
y no tendrán ninguna significancia en sus vidas.
Ahora bien, podemos encontrar algunas pautas interesantes en cuanto a la desescolarización parcial, espacio en donde
se encuentra el modelo de homeschooling. La desconfianza
hacia este parte de la posible falencia en el desarrollo de
aprendizajes básicos, tales como operaciones matemáticas
sencillas o habilidades relacionadas con la lectoescritura al
no contar, en muchos casos, con profesionales experimentados en esas áreas. A esto puede se le sumar el desapego
por la disciplina en los horarios en el caso de que en la casa
no haya momentos específicos para el estudio. También,
el temor por la escasa socialización que podrían tener los
niños si fueran parte de un homeschooling en el que no se
planean actividades extra por fuera de este, como podrían
ser practicar deportes o artes a contra turno.
Pero claro, no todo puede ser malo si se trata de desescolarización parcial ya que, en un modelo de homeschooling
o en uno de desescolarización plena, se acentúa la cercanía
entre los padres y los niños, no solo en cuanto a tiempo en
familia como resultado de la inasistencia a una escolarización
temprana. En edades tempranas, es fundamental el acompañamiento familiar constante para que los niños desarrollen
principios básicos de la convivencia con otros y habilidades
como producto de este proceso. En estos casos, además, las
oportunidades de aprendizaje pueden ser más profundas,
menos confusas y mucho más inclusivas e integrales que en
una escuela, puesto que aquí podemos pensar en alternativas
de enseñanza-aprendizaje dejando atrás una manera unidireccional y uniforme de llevar adelante el proceso. Mas si
tenemos en cuenta la comparación con escuelas dentro de
sectores con mayor índice de vulnerabilidad.
Claro, todo esto nos llevará a pensar que la desescolarización es un fenómeno que solo puede darse entre familias con
acceso a oportunidades específicas, que pertenecen a sectores
socioeconómicos medios, medio-altos o altos y que, además,
cuentan con un nivel de educación alto para hacerse de las
herramientas que les permitan llevar adelante un proceso
de desescolarización responsable. En este punto, y si bien las
estadísticas para estos casos no pueden ser concluyentes,
ya que en América Latina no hay aún fuentes confiables en
la materia, para el presente artículo sí podemos declarar
como parcialmente ciertas esas afirmaciones puesto que el
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
32 I Tema central
acceso a este modelo de aprendizaje está determinado por
el conocimiento de una alternativa al modelo universal de
escolarización.
Quizás este no se haya extendido a otros sectores de
la población por fuera de los ya mencionados, pues este
movimiento es aún muy incipiente en el mundo y cuenta
con escasos líderes a nivel global capaces de dar difusión a
las ventajas que podría conllevar su aplicación en algunas
familias. De todos modos, y sin desmerecerlo, muchas personas que conocen de su existencia aún confían en la escuela
por infinidad de motivos, entre otros, porque la consideran
un espacio de contención para sus hijos. Así, nunca se plantearían sacarlos de allí, pues esta funciona no solo como un
lugar de aprendizaje, sino también de socialización y de
contención emocional para los niños y adolescentes.
Por otro lado, y más importante, no todos los niños y
adolescentes necesitan salirse de la escuela para alcanzar
sus metas de corto, mediano y largo plazo. Es más, para
muchos de ellos, que necesitan de un acompañamiento
profesional debido a determinadas características propias
de su aprendizaje, la carencia de esta resultará contraproducente al no poder contar con el tratamiento necesario que
sus condiciones requieran y al alterar el pleno desarrollo de
algunas de sus cualidades. Sin embargo, las escuelas y sus
departamentos de psicología y de psicopedagogía pueden
sobrediagnosticar a niños y adolescentes y obligarlos a recibir
tratamiento o acompañamiento diferencial.
Este es un punto que, en muchas escuelas de educación
alternativa, constituye un eje fundamental para sus proyectos pedagógicos que rechazan la excesiva intromisión
de este tipo de profesionales en el trayecto de estudiantes
con desarrollo normal de conducta o con conductas que no
impiden ni retrasan severamente el desarrollo del proceso
de enseñanza-aprendizaje. Incluso, aquella intromisión
excesiva puede, en algunos casos, acentuar condiciones preexistentes y retrasar, de forma momentánea o permanente,
la solución a las falencias relacionadas con el aprendizaje
o el desarrollo de las habilidades sociales necesarias para
la convivencia con otros pares como resultado de la escasa
calificación de los profesionales o bien, de los burocráticos
procesos para que un estudiante reciba el acompañamiento
profesional adecuado.
En estos casos, aquellas familias que eligen desescolarizar
a sus hijos evitan trastornos o, por lo menos, situaciones
innecesarias para niños y adolescentes. Logran, a través de
la convivencia, detectar a tiempo aquellas situaciones que
requieren de un profesional específico. Claro que para que
esto suceda, será necesario que las familias sean lo suficientemente capaces o cuenten con la formación que les permita
reconocer que necesitan la ayuda de un profesional.
En definitiva, quizás encontrar las fortalezas y las áreas de
oportunidad de un modelo pedagógico, como es la desescolarización de niños y adolescentes, y tomar la decisión de no
enviar o de, definitivamente, sacar a los niños de las escuelas,
requiere, de parte de los padres, de un estudio minucioso en
donde se identifiquen pros y contras y se evalúen las posibilidades de llevar a cabo el proyecto. Aunque, por supuesto,
cada vez que un padre o una madre decide retirar a su hijo
o hijos de las escuelas o, en todo caso, no enviarlos (algo
que he visto en mis viajes por América Latina), no se basan
en estudios específicos, sino más bien en interpretaciones
subjetivas de experiencias propias o ajenas de lo que puede
o, más bien, no puede ofrecer la escuela como espacio de
desarrollo en la vida de niños y adolescentes.
Por último, luego de mi recorrido por América Latina,
desde junio de 2016, en donde he conocido decenas de
proyectos de educación alternativa y de innovación educativa, a la par de experiencias ajenas a la escuela, pero que
tienen como fin ser espacios de desarrollo del proceso de
enseñanza-aprendizaje, afirmo algo que puede inferirse
luego de la lectura de este artículo y que confirmo aquí: la
desescolarización de un niño o de un adolescente no es para
todos. Adentrarse en un mundo donde estos no concurren
a la escuela, sea en un modelo de desescolarización parcial
o bien en uno de desescolarización plena, requerirá de una
responsabilidad para la que no todos los padres o madres
están listos. No solo en lo que se refiere al compromiso de
mantener los altos estándares que sacarán lo mejor de cada
estudiante a nivel académico, en un futuro, sino porque los
niños o adolescentes deberán hacer todo por alcanzar un
desarrollo alto en cuanto a sus habilidades emocionales y
sociales. Y eso, sin dudas, será algo que quienes se decidan
por este camino deberán evaluar con honestidad y pensando
en el desarrollo responsable de sus hijos como personas. M
Referencias bibliográficas
Iriarte, B. (2019), En busca de la escuela ideal. Editorial Magisterio.
Marqués, S. (2017). Unschooling: ¿Y si la escuela fuera prescindible? El
Diario de la Educación. http://eldiariodelaeducacion.com
Pérez Porto, J. y Gardey, A. (2018). Definición de escolarización. https://
definicion.de/escolarizacion
Pineau, P. (2013). Escolarización. En A. M. Salmerón Castro, B.
F. Trujillo, Reyes, A. H. Rodríguez Ousset y M. De la Torre
Gamboa (Cords.), Diccionario iberoamericano de filosofía de
la educación. Fondo de Cultura Económica. https://www.
fondodeculturaeconomica.com/dife/index.aspx
Vargas Navarrete, N. (2020). Comunicación personal, 28 de junio 2020.
Notas
1
Profesor e investigador especializado en educación alternativa e
innovación educativa. Autor del libro En busca de la escuela ideal,
publicado tras su viaje para conocer más de sesenta proyectos
educativos en América Latina.
34 I Tema central
Panorama legal
sobre la práctica del
homeschooling a nivel
global y regional
Ana Paulina Maya Zuluaga1
L
a educación en casa es una
práctica que ha existido
desde que existe la humanidad. Es la manera natural de aprender; así sucede el aprendizaje cuando las personas están por fuera
de un entorno escolar y así ocurría antes
de que se impusiera el sistema escolar
que hoy conocemos.
Sin embargo, después de casi dos
siglos y de innumerables generaciones de personas educadas dentro de las
escuelas, se ha borrado del imaginario
colectivo la posibilidad del aprendizaje
por fuera de este sistema. Este se ha
limitado a lo que sucede dentro de las
aulas de clase, mediado por profesores,
planes de estudio elaborados y técnicas
de evaluación y seguimiento. Se espera
que haya «educación» muy a pesar de la
voluntad de quien debe aprender y de
sus intereses particulares. Las políticas
educativas son una bandera importante
de los gobiernos y un factor de medición
de progreso y de cultura.
Nuestra civilización es fruto de la
búsqueda de libertad; cada país tiene
su propia historia y un recuento de
batallas libradas para conseguir su
independencia. Como consecuencia
natural, cada nueva generación tiene
más claros el valor y la importancia de
sus libertades individuales. En ejercicio
de esas libertades, muchos hemos llegado a cuestionar la sociedad en la que
vivimos y el sistema que nos gobierna.
La escuela y el sistema educativo no
se escapan a ese cuestionamiento. Por
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 35
eso, la desescolarización es, hoy en día,
una tendencia creciente y cada vez más
visible a nivel mundial. Poco a poco,
los aparatos estatales han empezado a
notarlo, a reaccionar y a tomar decisiones al respecto, pero esto, como todo
lo que tiene que ver con el fenómeno
de la educación en casa, tiene muchos
matices y variantes que influyen en el
proceso.
En la mayoría de los países, la educación en casa no está prohibida. Eso
sí, en todos los países, y respetando los
derechos humanos (ONU, 1948) y los
derechos de los niños (ONU, 1989), la
educación es obligatoria. En algunos,
las leyes promulgan una escolarización
obligatoria; así, la diferencia entre educación y escolarización es el punto de
partida para definir la legalidad o ilegalidad de la educación en cada país.
Todos tenemos muy claro lo que es
la escolarización; pero no todos entendemos, porque nos lo borraron de la
memoria, que es posible que haya educación por fuera de la escolarización,
es decir, que la escolarización no es la
única manera de obtener educación.
Partiendo de que es posible educarse
sin estar escolarizado, y de que las leyes
en la mayoría de los países mencionan
la educación obligatoria pero no la escolarización obligatoria, aunque no haya
cifras exactas y las legislaciones no sean
estáticas y a veces cambien, podemos
afirmar que, en aproximadamente el
85% de los países, educar en casa no es
ilegal, no está prohibido ni penalizado,
es decir, está permitido legalmente.
Al apartarnos de este panorama
general, encontramos países en los que
sí es obligatoria la escolarización y, por
lo tanto, está prohibido educar fuera de
la escuela; entre estos, se encuentran
Alemania, Japón, Cuba, España, Arabia
Saudita, Turquía y China. En algunos
casos, la escolarización obligatoria ha
sido consignada en las leyes desde su
redacción inicial; en otros, se han hecho
las reformas necesarias para que así lo
sea, al endurecer la postura frente a lo
que dichos países consideran la ilegalidad de la educación en casa. Desde el
punto de vista de este tipo de gobiernos,
un país es responsable de ofrecer las
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
36 I Tema central
mejores condiciones de vida a su pueblo, pero con respecto
a la educación, además de la obligación estatal de ofrecer la
mejor calidad de educación a sus ciudadanos, estos parecen
estar obligados a hacer uso de la oferta gubernamental, en
lugar de procurarse una educación a su medida, sin acudir
necesariamente a una institución educativa.
Por el contrario, hay países en los que las leyes contemplan
la educación en casa como una opción valida y legal, cada
caso con mayor o menor reglamentación y condicionamiento.
Estos son Australia, Reino Unido, Nueva Zelanda, Ecuador,
Canadá, Rumania, Malasia y Bulgaria, entre otros2.
Aunque a lo largo de nuestra historia ha habido personas
que se han educado por fuera de una institución, en casa, con
tutores o guiados por sus padres, el homeschooling, en tanto
movimiento, tiene sus inicios en los años setenta gracias a
los escritos de John Holt3. En ellos exhortaba a las familias
a alejarse de la escuela y de los modelos escolarizados para
permitir a sus hijos aprender de una manera más libre y
guiada por sus propios intereses. Desde ese momento, han
sido muchas las familias que se han dado cuenta de que hay
opciones para la educación de sus hijos, que escolarizarlos
no es el único camino, que tienen el derecho a elegir libremente una educación más acorde con los niños que son y
los adultos que pueden llegar a ser.
Poco a poco, aumenta el número de familias que deciden
retirar a sus hijos del colegio o no enviarlos nunca. Y, si bien
los homeschoolers aun son un porcentaje muy pequeño del
total de niños en edad escolar, empiezan a ser, día a día, más
notorios. En algunos países, la lucha por ser reconocidos ya
se dio hace varios años. Así, en Estados Unidos, Canadá o
Inglaterra es legal educar en casa y esta opción está presente
en las leyes.
Otros países apenas comienzan esa lucha, como Brasil,
donde el tema de la educación en casa ha llegado a los tribunales y al Congreso y, aunque no se ha emitido todavía
una sentencia que la legalice o la penalice, las familias han
dado y siguen dando la pelea para que se flexibilice la ley y
la educación en casa sea permitida.
En muchos otros lugares, las entidades gubernamentales apenas comienzan a notar el fenómeno y empiezan a
preocuparse pues, uno de los síntomas de la crisis que vive
el sistema educativo, a nivel mundial, es la reducción del
número de niños que asisten a las escuelas y el aumento
de lo que ellos llaman «deserción» o «fracaso escolar». El
homeschooling empieza a convertirse, para ellos, en una
disidencia inesperada que no conocen y no entienden. Es
necesario, entonces, que se tomen el trabajo de investigar,
de acercarse a las familias que lo practican para saber cómo
son y por qué lo hacen, deben intentar conocer el fenómeno
a nivel mundial, estudiar los resultados de las investigaciones
de quienes lo han analizado por varias décadas4. Tal vez
así podrán percibirlo no como una amenaza, sino como el
ejercicio de las libertades de las familias y como una opción
educativa que, en la mayoría de los casos, da muy buenos
resultados, incluso mejores que del sistema educativo oficial.
En Colombia, estamos justo en ese proceso y aún no
tenemos pistas sobre cuál será el resultado final de esta etapa
de investigación y de debate. Esperamos que las familias
educadoras no sean vistas como una amenaza al sistema,
sino como todo un movimiento que puede aportar mucho
al mejoramiento de la calidad de la educación de nuestro
país. Ojalá no se caiga en la tentación de vernos como padres
irresponsables que vulneramos el derecho de nuestros hijos a
la educación por no mandarlos al colegio, sino como familias
que decidimos tomar en nuestras manos la responsabilidad
adicional —que podríamos delegar— de educar a nuestros
hijos nosotros mismos, para darles todo lo que vemos y
sentimos que les queda faltando en los colegios.
Por ahora, seguimos apelando a la legalidad de la educación en casa apoyándonos en los artículos 26.3 de la Declaración de los Derechos Humanos y 68 de la Constitución
Política de Colombia (Congreso de la República de Colombia,
8 de febrero de 1994) que otorgan a los padres el derecho
a elegir la educación de sus hijos. También, hacemos uso
de los decretos 299 de 2009, que reglamenta la validación
de todo el bachillerato en un único examen; y del 2832 de
2005, que reglamenta la validación, año a año, de todos
los grados escolares, excepto el grado 11. El 1075 de 2015,
Decreto Único Reglamentario del Sector Educación, sección
4 subsecciones 1 y 3 comprende los dos anteriores.
Es cierto que, en algunas leyes, hay afirmaciones que
se pueden interpretar como una evidencia de que la escolarización es obligatoria, pero el tono general de nuestra
legislación defiende el bienestar de los niños y niñas y el
derecho preferente de los padres a elegir el tipo de educación que consideren más adecuada para sus hijos, en tanto
principales encargados de garantizar su bienestar y velar
por sus necesidades. M
Referencias bibliográficas
Asamblea General de la ONU. (1948). Declaración Universal de los
Derechos Humanos. https://www.un.org/es/documents/udhr/
UDHR_booklet_SP_web.pdf
Asamblea General de la ONU. (1989). Convención sobre los Derechos del
Niño. https://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.
pdf
Congreso de la República de Colombia. (1991, 20 de julio). Constitución
Política de la República de Colombia. Gaceta Constitucional n.º
116. http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/
constitucion_politica_1991.html
Congreso de la República de Colombia. (1994, 8 de febrero). Ley 115
de 1994. Ley General de Educación. Diario Oficial n.º 41.214. http://
www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_0115_1994.
html
Notas
1
2
3
4
Ingeniera electrónica, madre de cuatro hijos, dos adultos y dos
adolescentes, educados en casa desde 2007. Empezó a escribir su
primer blog, en 2008, para dejar un registro de la experiencia de
su familia haciendo homeschooling. Hace parte del equipo que le
dio origen a la Red Enfamilia, la red más antigua y una de las más
grandes que reúne a familias de todo Colombia que educan en casa.
Próximamente, su libro sobre homeschooling será publicado por la
editorial Penguin Random House.
https://hslda.org/legal/international
https://www.johnholtgws.com/
https://www.nheri.org/
38 I Entrevista
Escapar de la educación
Análisis y alternativas
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 39
Entrevista a
Gustavo Esteva
Por Franco Iacomella
Gustavo nació en 1936 en México. Es un activista de
base y un intelectual público desprofesionalizado.
Considerado uno de los críticos sociales más influyentes
a nivel mundial, es autor de decenas de libros. Fundador
de la Universidad de la Tierra y de diversas iniciativas
colectivas que buscan, de una forma u otra, recuperar el
aprendizaje escapando de la Educación y la Escuela. Esta
entrevista fue realizada en el mes de Octubre de 2019,
en la ciudad de Oaxaca.
Gustavo, un tema que quiero conversar contigo es el
concepto de «alternativas a la educación». ¿Cómo lo
defines desde tu perspectiva? ¿Cómo lo vinculas con las
nociones de educación, escolarización y aprendizaje?
Yo creo que, en los años noventa, así como ahora se habla
de crisis financiera, de crisis económica y política, se hablaba
de crisis educativa. Cuando se reconoció a nivel mundial que
el sistema educativo no estaba dando resultados, no estaba
educando a la gente, no preparaba a la gente para la vida o
para el trabajo, surgieron muchísimas propuestas: cambios,
reformas internas del sistema y formas innumerables de
educación alternativa.
Algunas iniciativas venían de muy atrás, pero otras proliferaron a partir de esa década. Mientras esto circulaba en
el mundo, algunos de nosotros que no considerábamos que
el problema fuera secundario y que pudiera resolverse con
reformas. El problema estaba en la idea misma de educación, por lo que empezamos a pensar en la necesidad de
abandonarla. Escribí un libro con ese título, Escapar de la
educación, con Madhu Prakash. Es una posición llena de
aristas y de complejidades, pero también contiene algo muy
simple. Primero, es un hecho que se nos han estado creando
necesidades que se asocian con determinados sustantivos:
educación, salud, vivienda, etc., y que suponen, necesariamente, depender de alguien que va a proporcionar el
servicio asociado con ese nombre, que va a satisfacer esa
«necesidad». Si nosotros aceptamos la idea de que necesitamos educación, necesitamos un educador ya sea público o
privado, o los papás, la comunidad, el Gobierno o quien sea.
Si hablamos de educación pública, lo que hacemos es poner
a niños y a los jóvenes en manos de Trump, de Bolsonaro,
que serían los educadores… El derecho a la educación por
el que peleó la izquierda durante 200 años implica que, para
satisfacerlo, el Estado debe tener recursos y facultades para
proporcionar dicha educación a todos los niños y jóvenes.
Además, la educación es ahora obligatoria; el Estado tiene
la facultad y el derecho de moldear a la gente de la manera
que decida.
Por eso, desde los años ochenta, antes de los Trump y los
Bolsonaro, nosotros decidimos que lo que debemos hacer es
escapar de esos sustantivos y confiar en los verbos… Recu-
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
40 I Entrevista
perar nuestros buenos y sólidos verbos que nos devuelven
la agencia de nosotros mismos. No se trata de términos
individuales; es el «nosotros» de cada uno de nosotros: el
nosotros comunitario, nosotros del grupo, nosotros los amigos… Y es un «nosotros» con el que recuperamos la libertad
de aprender, la libertad de sanar, la libertad de habitar, el
arte de habitar; recuperamos la capacidad de hacer nosotros
mismos las cosas.
Cuando se trata de alternativas a la educación, pensamos, básicamente, en cómo la gente puede aprender. Aquí
decimos que este movimiento es el movimiento más grande
del mundo en estos momentos.
Dentro de esa crítica a la escuela y a la educación que
tú haces, ¿cómo entiendes los conceptos, en inglés, de
homeschooling, unschooling y deschooling?
El homeschooling puede ser peor que la educación
pública y privada; echa a perder la vida familiar al convertir
la casa en una escuela. No vamos a platicar, no vamos a
jugar; esta es la hora de matemáticas o de geografía. Puede
ser muy grave. Yo quisiera hacer una distinción entre
homeschooling en tanto práctica que trae la escuela a la
casa, y el uso de la palabra como una defensa. En países
como Estados Unidos, una familia puede ir al juzgado
y decir que ninguna escuela de su entorno le satisface;
entonces, el juez da la autorización de homeschooling.
Pero la persona que pone homeschooling en la puerta de su
casa puede llevar la escuela a su casa o hacer otras cosas y
estas otras cosas pueden implicar nada de escuela... ¿Qué
quiere decir esto? Nada de currículo, ninguna decisión de
enseñanza, no decir a los niños todo el tiempo: «tienen
que aprender historia, geografía, aprender a contar o a
leer». Sin currículo ni programa de enseñanza, estamos
ante el unschooling o deschooling, o sea, no tener o no estar
asociados, de ninguna manera, a un currículo.
Entonces, ¿para ti el unschooling y el deschooling son
básicamente lo mismo?
Básicamente son lo mismo. El deschooling, normalmente,
incluye un componente de lucha contra la escuela, es decir,
tiene un factor activo de lucha social y política para separar
la escuela del Estado, para «desestablecer» la escuela. El
unschooling, simplemente, afirma: «nada de escuela».
¿Tú dirías que la traducción al español de
homeschooling sería «escolarización en casa», la de
unschooling, «sin escuela» y la de deschooling sería
«desescolarización»?
muchas malas interpretaciones acerca de su obra. ¿Cuál
es tu posición al respecto?
El primer título de su libro, La desescolarización de la
sociedad (Deschooling Society), no lo puso Iván; lo puso el
editor. Iván se sintió obligado a publicar, el mismo día que
apareció el libro, un artículo en el que subraya que no está
tratando de liquidar la escuela, que ese no es el argumento
central de aquella época; que lo que plantea es separar la
escuela del Estado. Él hace una analogía con la separación
de la Iglesia y el Estado doscientos años antes y plantea que
había una contaminación peligrosa y terrible para las dos
instituciones al fusionarlas en una sola. Así, lo peor que le
puede pasar a la educación es asociarla con el Estado.
Pero Illich, varios años después de la publicación de
este libro, aseguró que en aquel tiempo estaba «ladrando
al árbol equivocado»; que el problema no era solamente
la escuela y que, en la actualidad, hay más elementos educativos fuera de la escuela que dentro de esta. Entonces,
empieza a consolidar y a extender su argumento, que ya
no es solamente respecto a la escuela, sino que abarca toda
la variedad de formas en que estamos «formateados». Se
trata de la educación que nos dan ahora por Internet, por las
redes sociales, en casi cualquier evento de la vida cotidiana
en que estemos expuestos a ser educados… Se nos está formateando de determinada manera, nos construyen de cierta
forma tanto en los comportamientos externos, como en la
vida interna. Estamos siendo formateados de una manera
que nos imponen sin pedirnos permiso.
Hay una pregunta que tengo en relación con
estos conceptos: ¿cómo se vincula el concepto de
«enseñanza» con la triada «escuela, educación y
aprendizaje»?
Está muy claramente asociado con la escuela, con la educación. Cuando hablamos de libertad de aprender, estamos
hablando de que ya no hay, en realidad, enseñanza; ya no
hay un alguien que esté enseñando y un alguien que esté
aprendiendo. Al hecho de que una persona pueda compartir
sus saberes con un aprendiz no le llamamos enseñanza por
una razón fundamental: la enseñanza comprende un currículo y lo que esa persona hace no lo incluye. No tiene un
elemento prescrito que implica decir «yo te voy a enseñar
este paquete de cosas que yo sé y tú no sabes».
Volviendo al concepto de desescolarización y a la
crítica de Iván, ¿qué otros intelectuales y personajes
de aquel entonces puedes nombrar como referentes de
estos procesos?
Sí, así es.
Tomando el concepto de desescolarización, si hablamos
de tus estudios y de tu relación con Iván Illich, ¿cuál
sería el centro de su crítica? Como sabes, existen
Yo creo que el más importante, y que Iván mismo mencionó muchas veces, es Paul Goodman. Pienso que leer a
Paul Goodman hoy es sumamente interesante, anticipó
muchísimas cosas y fue la segunda persona a la que se refi-
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 41
rió Iván. El primero fue Everett Reimer, que también sería
una persona que valdría muchísimo la pena seguir. Hay un
educador, un exeducador, en Estados Unidos, que yo aprecio
mucho por lo que ha significado en América Latina, se trata
de John Holt. Publicó un libro que fue traducido al español
por Editorial Diana: En lugar de la educación (Instead of Education). Holt tenía una sensibilidad muy especial y, sobre
todo, un gran sentido práctico que quizá los otros autores
no poseían. Creó, en Estados Unidos, una organización
muy importante, muy interesante, que publicaba el boletín
Growing Without Schooling (Crecer sin Escuela). Por más de
tres décadas difundió en este historias acerca de los niños y
los jóvenes que aprendían sin escuela. Hay un par de cosas
que me gustaría recordar de Holt. Al final de En lugar de
la educación, cuenta, como anécdota, que un periodista lo
presiona para que diga cuál es la palabra que usa en lugar de
«educación». Él responde: «Ninguna; cuando uno se entera
de quién es Santa Claus, no usa a alguien que sustituya a
Santa Claus». El periodista lo sigue presionando y él dice:
«Bueno, si me obligas a poner algo, yo diría que en lugar de
“educación” pondría “vivir”».
Eso es, literalmente, lo que planteamos. Se trata de vivir
en lugar de ser reducidos a esa condición de estar siendo
educados. Holt también dice algo que me parece muy importante: «los pájaros vuelan, los peces nadan, la gente aprende».
Nacemos con la capacidad de aprender y, a veces, nos la
echan a perder en la escuela. Esta es una capacidad inmensa
que debemos cultivar: aprender y no ser educado.
Hablando de intelectuales de aquellos tiempos,
compártenos tu pensamiento sobre la obra de Freire y
la relación con la de Illich.
Fueron amigos hasta que Freire murió; amigos reales,
amigos cercanos. Illich sacó a Freire de la cárcel, etc. La
amistad fue muy seria, muy real; pero sí separaron sus
caminos muy claramente. Hay un momento en el que esta
amistad, que había tenido una forma de colaboración, sigue
dos vertientes completamente distintas. Esto lo explica
Iván muy bien en una de sus conversaciones con David
Caley. Mientras Freire sigue tratando de mejorar el sistema
educativo, en particular todo lo relativo a la alfabetización,
Iván explora qué tipo de sociedad quiere educar, formatear
y alfabetizar a todos sus miembros. Él tiene la respuesta:
sabe que la sociedad actual, la capitalista, es la única sociedad de la historia humana que quiere formatear a todos sus
miembros de una determinada manera.
Iván distinguió con claridad la paideia griega o el calpulli
azteca de las instituciones educativas pues, en ellas, no se
intentaba educar a todos acerca de todo. Había ciertos procesos educativos, en el sentido moderno de la palabra, pero
con fines específicos: había una institución para preparar
al grupo de guerreros, tan solo a los guerreros, no al resto.
En ninguna otra sociedad se pretendía abarcar a todos los
miembros. Todos los libros de Iván muestran con claridad
cómo funcionaba la educación en las sociedades modernas.
Con una aclaración: él critica esto tanto en el capitalismo,
como en el socialismo. Finalmente, su respuesta lo distancia
de Freire: en el modo industrial de producción capitalista
o socialista se desarrollan las únicas sociedades de la historia que quieren educar de una cierta manera a todos sus
miembros. Este es el problema, esta es la diferencia principal
con Freire.
Yo diría algo que me parece importante. Junto con unas
amigas, escribí un texto contra Freire en el que hablamos
del «gran educador revolucionario comprometido con la
gente», etc., etc. Pero quiero mostrar el carácter de su obra.
Mencionamos el último libro que escribió Freire, publicado
unos meses antes de su muerte, que se llama Pedagogía de la
autonomía. Es como una síntesis de todo lo que él hizo en su
vida y queda claro que su preocupación principal es alfabetizar a la gente; esa es su dedicación vital más importante:
lograr alfabetizar a todo mundo. Se trata de contribuir, así, a
la mayor humanización de las personas lo que, sin remedio,
lo ubica en una tradición colonial. A pesar de su cercanía con
Iván, de haber conocido sus ideas, Freire rechazó siempre la
crítica radical a la educación y a la escuela. Escribió siempre
para ese grupo de «mediadores», para sus intermediarios
que, con una pedagogía muy revolucionaria, contribuirían
a forjar la «conciencia» de las personas —que, en su mayoría, no tenían—. Con un aliento inequívocamente leninista,
Freire intenta dotarlas de una cierta capacidad «liberadora»
y se convierte en tarea fundamental de su vida incorporar
a toda la gente a la civilización textual para que fueran más
plenamente humanos. Nunca quiso ver el precio que se
paga, ni la necesidad de crear anticuerpos. Chet Bowers y
Frédérique Appfel-Marglin reunieron a un grupo de freireanos arrepentidos que aplicaron, por muchos años, los
métodos de Freire; descubrieron sus problema y publicaron
un libro con sus críticas y argumentos: Rethinking Freire. Nos
invitaron a publicar en él el artículo que te mencioné, en el
que proponemos pasar de la pedagogía para la liberación a
la liberación de la pedagogía.
Claro. Y en relación con el concepto de
«alfabetización», Illich también hizo una crítica. ¿Qué
nos puedes decir al respecto?
Yo creo que Illich reconoce que él es un hombre libresco,
que es un hombre que vive en medio de los libros. Él contaba
que algunos de sus mejores amigos estaban en el siglo XII,
por los libros que él leía. Escribió un pequeño texto que se
llama La alfabetización de la mentalidad (Lay Literacy), que
fue publicado en los años ochenta, por allá en 1986 o 1987.
Más tarde publica lo que él consideraba su mejor libro: En
el viñedo del texto. Dice que a partir del siglo XII se inventa
el texto y el libro se convierte en la metáfora de esta civilización; podemos decir que es una civilización textual. Esto
implica ser formateados de una determinada manera. Hoy
en día, hay muchas personas a nuestro alrededor, particu-
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
42 I Entrevista
Pasaron casi dos décadas desde que se publicó ese
texto. Pensándonos en el final de la segunda década de
este siglo, y con esta ubicuidad de las pantallas, ¿cuál es
tu reflexión? ¿Qué está pasando en esta sociedad?
Creo que es absolutamente catastrófico. Necesitamos
entender a la vez dos cosas: por un lado, el horror en que
estamos, el colapso actual, el colapso climático y el colapso
sociopolítico que están llenos de horror, llenos de violencia,
de un nivel de degradación humana que hace mucho tiempo
no veíamos —hay crímenes que son de un salvajismo verdaderamente insoportable—. Por otra parte, quiénes causan
ese horror, que somos prácticamente todos. No son solo esas
cuantas personas que acumulan mucho dinero; la mayor
parte de la riqueza del mundo está en unas cuantas manos
que toman decisiones absolutamente espantosas. Un modo
de producción se convirtió en un modo de despojo. Están
despojando, están agallándose cosas ya sin producir, sin el
pretexto de la producción, sin siquiera explotar la fuerza
de trabajo, tan solo como un puro despojo no productivo.
Ese grupo de personas está tomando decisiones que son,
literalmente, criminales y que incluyen matar a mucha gente.
Pero todos nosotros somos sus cómplices, todos hemos
adoptado un comportamiento que nos permite destruir
todo a nuestro paso: destruir la naturaleza, destruir las relaciones sociales, las relaciones humanas, la manera gozosa
de vivir, etc. Nos estamos destruyendo nosotros mismos.
Es un proceso sumamente autodestructivo. Iván habla de
suicidio; esta civilización está cometiendo suicidio. Yo creo
que hoy, al terminar la segunda década de este siglo, de eso
tenemos una abundante cantidad de pruebas. Illich anticipó
claramente lo que iba a pasar.
En este momento me preocupa, obviamente, el horror. Me
preocupa lo que esa gente está decidiendo y cómo están decidiendo estas cosas. En 1965, en un hotel de San Francisco,
se reunieron quinientas de las personas más importantes
del mundo en términos económicos y políticos. Ahí estaban
todos los nombres que hoy conocemos, ahí estaban Bush y
Gorbachov y todos los nombres de los personajes políticos
y económicos más importantes. Se reunieron para tratar el
tema «del mundo 20-80»: ¿qué hacemos con lo que viene
encima? Tan solo vamos a necesitar el 20% de la población
para producir, ¿qué hacemos con el 80% restante? No van a
tener empleo, no van a tener buenas oportunidades, no van
a tener una vida gozosa, ¿qué hacemos con ellos? Intervino
un señor de nombre impronunciable, Zbigniew Brzezinski,
exasesor de Carter. Él inventó la palabra entetanimiento:
vamos a darles teta y entretenimiento. Vamos a satisfacer
sus necesidades básicas, elementales y, para que no nos
molesten, para que no estén causando inestabilidad, los
vamos a tener entretenidos,con el celular, con los videos,
con mil otras cosas. Ves a niños y jóvenes que ya no se
separan de una pantalla. Entretenidos con montones de
cosas esencialmente vacías.
Lo están haciendo de manera consciente, están matando
a mucha gente, están liquidando a millones, pero al mismo
tiempo tienen entretenida a la inmensa mayoría que no
tiene posibilidad de una vida creativa, gozosa, productiva.
Es claro que hay decisiones de este grupo que oprimen al
mundo y lo destruyen de una manera insoportable. Pero
todos nosotros somos cómplices de esa situación, formamos
parte de ese proceso y creo que Illich lo anticipó. Y anticipó
porqué y cómo nos hacíamos cómplices. M
“
[...] Cuando hablamos
de libertad de aprender,
estamos hablando de que
ya no hay, en realidad,
enseñanza; ya no hay un
alguien que esté enseñando
y un alguien que esté
aprendiendo.
“
larmente en instituciones educativas, que parecieran estar
leyendo un texto que tienen escrito en la cabeza. Hemos sido
formateados de esa manera. Lo que pide Iván, la invitación
que hace en ese pequeño ensayo, es investigar qué es esto,
investigar qué se perdió al pasar de la civilización oral a la
civilización textual. Claro que se perdieron muchísimas
cosas. Iván nos excita, nos invita seriamente, nos compromete a investigar cómo la civilización textual destruyó
muchas cosas de la oral, pero sin obviar que tiene muchas
ventajas, muchos elementos positivos... Y a investigar cómo,
actualmente, se comete un suicidio para crear una nueva
civilización, la postextual, cuya metáfora sería la pantalla.
Pasar —lo dice muy claramente Iván— del sistema alfabético
al sistema binario es una inmensa pérdida; ya no podemos
saber si esa civilización postextual es en realidad humana
o no. Se va a parecer mucho más a una civilización robótica
que a una civilización humana.
44 I Testimonio
Educación en casa:
la épica más allá de las grietas
de lo convencional
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 45
Entrevista con
Mateo Hernández Schmidt
Por Sandra Patricia Ordóñez Castro
«A los 13 años, tuve la enorme fortuna de mudarme con mi familia
al campo, a Subachoque, a una hora y media de Bogotá. Allí, y
durante 10 años, conviví con el bosque andino, conocí al encenillo,
el cucharo, el aguacatillo y otros árboles nativos de la región; quedé
encantado cuando me encontré, frente a frente, con mis primeras
orquídeas; pasé meses y años aprendiendo los cantos de todos y
cada uno de los pájaros que vivían en ese lugar; y, de vez en cuando,
tuve encuentros mágicos con zorros, comadrejas, chuchas y otros
animales más difíciles de observar» Ese fue el idílico escenario de la
educación en casa de Mateo. A los 19 años, según cuenta, escribía,
con amigos que fácilmente doblaban su edad, una guía de campo
sobre las aves de los alrededores de Bogotá y otra sobre los árboles
y arbustos de un colegio en los cerros al oriente de la ciudad…
Desde entonces, no ha dejado de seguir, con atenta disciplina y
con sentida curiosidad, las rutas de esa pasión que lo conducen al
norte de sus propios sueños. Y nunca pisó las aulas… Ninguna. Hoy
comparte con Magisterio su historia, la historia de una educación
alternativa amorosa y transformadora que no recomienda, pero por
la que sí apuesta.
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
46 I Testimonio
En mi casa se escogió esta modalidad educativa principalmente por motivos económicos. Yo tengo un hermano,
que es un año mayor que yo, y una hermana que es como un
año y medio menor. Entonces, mis papás tenían tres hijos
y los colegios privados acá son muy caros (mi papá es una
persona que no cree mucho en el Estado y en sus beneficios,
entonces la escuela pública no era para él una opción). Él es,
además, una persona como muy alternativa, a la que le gusta
hacer cosas diferentes. Escogió la opción de educación en
casa y, una vez que empezamos ese camino, por ahí seguimos: ninguno de nosotros tres estuvo escolarizado. Nunca
fuimos a un colegio.
¿Cómo fue ese proceso?
Pues yo diría que seguimos una forma muy intuitiva de
educación. Mis papás no adoptaron un método o no sé…
Como en esa época había muy pocas familias educando a los
niños en la casa, mis papás no conocían a ninguna familia que
hiciera eso. Tomaron un camino que salía de la intuición, y
los primeros seis o siete años de nuestra educación fueron
completamente libres: podíamos correr y jugar y pasarla bien,
como niños. Solo después de los siete años, ellos compraron
libros de texto y empezamos a hacer algunas materias de
manera un poco más formal, con un horario y eso. Pero los
primeros siete años fueron muy libres. Aprendimos a leer
y a escribir y dibujábamos y jugábamos un montón, pero
muy libres.
Cuando pasaron a esa dinámica un poco más formal,
¿cómo incorporaron ese «estudiar» a la vida cotidiana?
¿Cómo avanzaban en el conocimiento? ¿Cómo se
determinaban los contenidos? ¿Cómo se evaluaban los
avances?
Tomábamos pocas materias. Mi mamá se enfocaba más
en sociales y en idiomas, en clases que nos daba por las
mañanas. Mi papá se orientaba más hacia las matemáticas, la
física, la química, y eso lo hacíamos en las tardes. Pero eran
sesiones relativamente cortas. Eran dos horas de estudio
por la mañana, con mi mamá, y tres horas de estudio por
la tarde, con mi papá. No había calificaciones. Esa es una
diferencia importante con la educación formal. Por ejemplo,
en Matemáticas, simplemente hacíamos unos ejercicios y,
una vez que los terminábamos, nos sentábamos con mi papá,
uno por uno, a medida que los íbamos terminando, a revisar
lo que habíamos hecho. Si no podíamos hacer algo, nos preguntábamos entre nosotros. Yo le preguntaba a mi hermano
mayor (él fijo sabía, porque siempre le ha gustado mucho el
tema matemático) y entre nosotros nos ayudábamos. Y, si
no podíamos, con mi papá resolvíamos las preguntas. Pero
no había la prisa de estar siguiendo a un grupo y de estar
preocupado por no quedarse atrás. Dentro de eso, también
era válido quedarse varios días atascado en un ejercicio que
uno no podía resolver, hasta lograr hacerlo. Las opciones
eran hacerlo bien o hacerlo bien. Nunca hubo ningún otro
tipo de evaluación más allá de eso: hacer bien las cosas.
¿Cómo validaron su proceso de aprendizaje?
Cuando cumplimos alrededor de 18 años, ya habíamos
terminado todos los grados. O sea, los libros de texto; más
o menos, completábamos uno por año. Por ejemplo, los de
matemáticas, física o química ya los habíamos finalizado y
estábamos listos para validar el bachillerato. Fue muy fácil
hacerlo: el Icfes tiene un examen de validación del bachillerato y cualquier persona que no tenga el cartón de bachiller,
pero que crea estar preparado y tener el conocimiento de un
bachiller, puede presentarlo. Creo recordar que lo hicimos
como un sábado y un domingo… Era un fin de semana; ahí
se respondían unas preguntas. Todos lo hicimos y a todos
nos fue muy bien. Esa es la única validación formal de conocimiento que hicimos y a todos nos fue superbien.
“
[...] La influencia que este
tipo de educación tuvo en mí
—y que la veo hasta hoy en
día— creo que es, sobre todo,
haber aprendido a aprender.
No sé si uno aprende a
aprender o, más bien, uno
mantiene la capacidad con
la que todos los niños nacen,
de seguir aprendiendo.
Entonces, sigo teniendo la
misma curiosidad hacia las
cosas que me interesan: hacia
el mundo natural.
“
¿Qué razones fueron determinantes, en tu caso, para
que se privilegiara la opción de la educación en casa?
48 I Testimonio
Cuéntanos cómo era un día en tu vida cuando seguían
esta modalidad educativa…
En un día típico en la casa, nos levantábamos relativamente temprano (por ahí entre 6 y 7 de la mañana); nos
bañábamos; mi mamá ya había preparado el desayuno y,
después, venían los ejercicios. Traíamos los libros y, con
ella, algunos años estudiábamos alemán; otros, latín (ella
estudió Filosofía y Letras, y como que le tenía mucho cariño
al latín; pues, para mí, que me dediqué después a la biología,
a las plantas, haber aprendido latín y gramática latina me
sirvió mucho. En realidad nunca hubo gramática española,
por ejemplo; pero esa es muy similar a la gramática latina
que estudié con mi mamá, como que seguía las mismas
reglas. Entonces esa fue mi gramática). Bueno, cada uno de
nosotros se sentaba con ella por ahí unos 20 o 30 minutos,
mirábamos qué ejercicios teníamos por hacer y nos íbamos
con esa tarea al cuarto durante un rato, una hora o algo así.
Cuando terminábamos, bajábamos y, otra vez por turnos,
nos sentábamos con mi mamá otros 10 o 15 minutos a revisar todo lo que habíamos hecho (mientras estábamos en el
cuarto revisando cosas, ella seguía organizando la cocina,
de pronto preparando las cosas para el almuerzo). Luego,
teníamos un rato libre, entre las 11 de la mañana —cuando
ya habíamos terminado—, más o menos la 1 —que estaba
listo el almuerzo—. En ese rato, podíamos jugar (cuando
éramos pequeños, jugábamos mucho juntos) y luego ir a
almorzar. Después del almuerzo, había una pequeña pausa,
como de media hora, que aprovechábamos para lavarnos
los dientes y leíamos alguito que nos interesara: hacíamos
nuestras cosas. Luego empezaba la hora de las matemáticas,
que era lo mismo: sentarnos con mi papá por ahí unos 10
o 15 minutos a revisar qué ejercicios había por hacer y,
después, cada uno se metía a su cuarto por ahí unas dos
horas a resolver ejercicios. Al terminar, íbamos con mi papá
a revisar lo que habíamos hecho en el día. Por ahí a las 4:30
la tarde de nuevo era la hora del juego. Ahí empezábamos
a planear juntos los proyectos personales que teníamos. A
mí siempre, desde que nací, me encantaron las plantas y
los animales. Entonces leía muchos libros sobre animales,
observaba los mapas del mundo poniendo atención en
dónde estaban las selvas, dónde estaban los ríos, cómo se
llamaban… Leía acerca de cómo era la vida de animales
que vivían en todo el planeta… Eso es algo interesante de
esta modalidad educación: no veíamos tantas materias. Por
ejemplo, nunca hubo clase de Biología o de Geografía. Más
bien, lo que nosotros fuimos aprendiendo de Biología, de
Geografía, e incluso de Inglés, al comienzo, era parte de
nuestros intereses personales. Por ejemplo, no fue que yo
hubiera empezado a aprender inglés en una clase formal
con mi mamá. La historia es que mi mamá compró un libro
increíble sobre aves de Colombia, una guía gruesísima en
inglés, y yo quería saber lo que decía, pero no entendía nada.
Entonces, durante días, semanas y meses me senté al lado
del libro con un diccionario a descifrar lo que decía y pues
esa fue la clase de inglés. Y la biología también como que
se fue armando sola. A mí me llama mucho la atención que
antes de presentar el examen del Icfes, agarramos todos un
libro de biología que había en la casa, que ya era un libro
viejo y, por ahí en unas dos semanas, lo leímos todo. A mi
hermano, por ejemplo, que siempre fue como muy vertido
hacia las matemáticas y hacia los computadores, que es de
esas personas que, digo yo, que no se saben el nombre de
un árbol (pero sí sabe todo de computadoras), que uno
pensaría que, de pronto, en biología no le iba a ir tan bien,
o que no le iba a interesar tanto, sorprendentemente le
fue superbien. En el examen del Icfes, cada área tiene un
puntaje. En esa época, en ese sistema que se usaba, cada
área tenía 80 puntos posibles y mi hermano sacó 78 de los
80 en biología. Nos dio como risa también pensar que eso
lo había logrado, seguramente, con conocimiento recogido
a lo largo de toda la educación y de un libro de biología
viejo leído dos semanas antes del examen.
Hacia el final del día, por ahí a las 7 de la noche, tomábamos la comida de la noche, que era más bien poquita. El
desayuno era grande, el almuerzo también y por la noche
comíamos poco: un pan con mantequilla, un poquito de
queso, un agua aromática, algo así, poquito. Después íbamos
a lavarnos los dientes y teníamos una clase yoga, de por ahí
una media hora, con mi papá. Luego teníamos un tiempo
para estar en el cuarto. Casi siempre leíamos y nos íbamos
a dormir relativamente temprano, más o menos a las 9 de
la noche.
¿Cómo incidió este estilo de educación en tu desarrollo
como persona?
La influencia que este tipo de educación tuvo en mí —y
que la veo hasta hoy en día— creo que es, sobre todo, haber
aprendido a aprender. No sé si uno aprende a aprender o,
más bien, uno mantiene la capacidad con la que todos los
niños nacen, de seguir aprendiendo. Entonces, sigo teniendo
la misma curiosidad hacia las cosas que me interesan: hacia
el mundo natural. Quiero averiguar cómo se llaman todos los
animales que hay cerca de mí, qué es lo que hacen, empezar
a observarlos y seguirlos. También hacia el mundo vegetal,
hacia los árboles. Me gusta mirar qué pájaros comen qué
frutas, de qué árboles, cómo nace un árbol, si crece rápido,
si crece despacio… Esas eran curiosidades las tenía desde
pequeño y las sigo teniendo hoy. Yo creo que la mayor
influencia ha sido mantener esa curiosidad. Y, cada vez que
tengo que aprender algo, no verme limitado a que tengo que
tomar un curso, sino que, realmente, en mi cabeza aparece
muy rápido un método de lo que puedo hacer, qué tengo
que hacer para estudiarlo y empiezo a seguir el camino yo
mismo… Esta disciplina, ese poder aprender las cosas por
mí mismo, eso me lo dio la forma en la que fui educado.
¿Consideras que esta modalidad de educación te
permitió desarrollar, de manera más enfocada, tus
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 49
Sí. Yo creo que una de las ventajas de la educación en casa
es que uno le puede dedicar mucho tiempo a las cosas que
le interesan. Cuando yo veo cómo es la educación formal,
tanto en los colegios como en las universidades, me parece
que hay un montón de actividades y de materias que están
tratando de abordar el conocimiento como muy fraccionado,
desde muchos lados distintos, y no hay tiempo suficiente
para dedicarle horas a una obsesión, a algo que a uno le guste
mucho. No se puede jugar ni experimentar horas y horas y
horas y horas y horas… En el colegio no existe esa posibilidad. En mi caso, mi obsesión eran los pájaros y la naturaleza;
cuando íbamos a un parque, me podía quedar horas debajo
de un árbol esperando a que llegaran los pájaros migratorios
para poder verlos más de cerca, para poder ver los detalles
clave en el plumaje para después poder reconocerlos. Y para
eso se necesita tiempo. En el caso de mi hermano, yo lo veía
horas y horas, también, en un programa o desbaratando un
computador. Recuerdo que, una vez, hicimos un motor con
ayuda de un libro. Conseguimos un librito de cómo se fabrica
un motor y lo empezamos a armar. Nos demoramos algunos
días recortando latas y haciendo toda la parte central; el eje
era una aguja gruesa. Pero finalmente lo terminamos y no
funcionaba. Mi hermano se dedicó días y días más, cuando
todos ya nos habíamos aburrido de ese proyecto. Se demoró
hasta que resolvió cómo funcionaba y lo hizo funcionar. Esa
es una de las ventajas que teníamos nosotros en la educación
en casa: como teníamos mucho más tiempo para nosotros y
no nos interrumpían a toda hora, esos ratos largos que nos
dedicábamos a una sola cosa; podíamos estudiar mucho y
en forma muy intensa lo que nos interesaba.
la ABO (Asociación Bogotana de Ornitología). Un poco
después de eso, salió un proyecto para escribir un libro,
una guía sobre aves de la Sabana de Bogotá. Me invitaron
a participar en el libro como uno de los autores. En esa
época yo tenía unos 18 años y empecé a escribir; durante
el proyecto del libro, conocí a un profesor de un colegio.
Él es de Estados Unidos. Me propuso escribir, también, una
guía de las plantas del colegio que queda aquí pegado a los
cerros de Bogotá y de la quebrada La Vieja, también ahí en
las montañas. Era un libro sobre los árboles de esos lugares. Le dije que sí, que empezáramos a escribir. Yo estaba
listo para entrar a la universidad, pero estaba escribiendo
dos libros, uno de aves y otro de árboles. Dije, «No, pues
ya estoy metido de cabeza, como que la vida ya me ha llevado a estar escribiendo y a seguir aprendiendo por otros
medios… Como que mi vida va a ser seguir este camino
que es más de aprender haciendo y no tanto de aprender
en un salón». Poco después de que terminé los dos libros
—tenía por ahí como 21 años—, conocí a un botánico en
el Instituto de Ciencias Naturales, en el Herbario de la
Universidad Nacional. Cuando supo que vivía en Subachoque, me propuso hacer un catálogo de todas las plantas de
Subachoque: recogerlas, prensarlas, llevarlas al Herbario
Nacional, donde quedaron depositadas, irlas identificando y
escribir después un catálogo. Hacer el trabajo de catalogar
toda esa flora y saber cuál era la biodiversidad del Valle de
Subachoque fue largo. Lo terminamos cuando yo tenía por
ahí 27 años y lo publicamos en Caldasia, que es la revista
científica del Instituto de Ciencias Naturales. Esos fueron
mis primeros tres trabajos, que no fueron remunerados,
pero me permitieron aprender muchísimo de botánica, de
ornitología, de muchas cosas, en este caso no en un salón
de clases, sino haciendo proyectos.
Tus estudios universitarios siguieron la misma línea,
¿por qué?
¿Cuáles son tus títulos académicos y cuáles, tus
proyecciones?
Mi mamá y mi papá sí querían que entráramos a la
universidad. Yo creo que ahí sí hubo un imprevisto, algo
no planeado ni por ellos, ni por nosotros. Lo cierto es que
ninguno de nosotros terminó entrando a la universidad.
Cuando ya habíamos validado el bachillerato y habíamos
obtenido el cartón de bachilleres, hicimos el otro examen
del ICFES, el que hacen todos los bachilleres en Colombia
para el ingreso a la universidad. También nos fue muy bien.
Así que habríamos podido entrar a la universidad que quisiéramos. Mis papás tenían los recursos económicos para
apoyarnos para que entráramos a a estudiar, pero ninguno
lo hizo. Finalmente, las cosas se dieron de otra manera, diría
yo. En parte, creo que el ritmo al que habíamos aprendido
a vivir y al que habíamos aprendido a aprender era muy
diferente al del resto de las personas. Entonces, no entramos a la universidad. En mi caso particular, tenía 16 años
cuando me afilié a un grupo de observadores de aves, que
se llama la ABO, y empecé a escribir para el boletín de
Mis títulos académicos son inexistentes. Me da mucha
risa decirlo porque, a pesar de eso, he logrado abrirme un
camino laboral y ser reconocido en el medio en el que me
muevo, el que tiene que ver con el estudio de la biodiversidad, con la biología, con la conservación, con la restauración
ecológica. Aquí, en Colombia, sí me he dado a conocer y sí
he logrado que el trabajo venga a mí. Tampoco he tenido
que buscarlo mucho, sino que he logrado que, de trabajos
que he hecho, de experiencias que he tenido, surjan recomendaciones y me vuelvan a llamar para hacer otras cosas.
Hoy en día yo trabajo como consultor ambiental visitando
fincas o reservas naturales donde los propietarios tienen un
bosque o un espacio que quieren volver bosque y quieren
saber qué especies de plantas tienen, qué animales circulan
por ahí y cómo se llaman o, de pronto, quieren hacer una
guía con fotos de las especies de esos lugares. Ese es el
tipo de trabajos que yo hago. También trabajo asesorando
a las mismas reservas o fincas cuando quieren restaurar un
talentos y tus intereses que lo que te habría permitido
hacerlo un modelo tradicional?
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
50 I Testimonio
bosque. Hay que ver cuáles son las mejores técnicas para
restaurarlo. En muchos casos, no hay que hacer mayor cosa,
sino poner una cerca para que las vacas no entren y dejar
que el bosque nazca solo. En otros casos, hay que hacer un
vivero y sembrar las plantas o comprarlas, de pronto, en un
vivero comercial. Las técnicas son diferentes, dependiendo
la situación, pero uso mucho la experiencia que adquirí en
Subachoque donde vi cómo renacía un bosque en el terreno
donde viven mis papás. Era un cultivo de papa y hoy en
día es un bosque completo con zorros, con cusumbos,
con orquídeas… Con toda la fauna y la flora del bosque.
Ese fue un sitio que se restauró en parte solo, y en parte,
porque, desde que tenía 15 años, empecé a hacer vivero
y a aprender cómo se propagan las plantas. Entonces, uso
las experiencias de ese momento de mi vida para orientar
ahora a las personas que tienen esas reservas. Otro de los
trabajos que hago, más urbano, es asesorar arquitectos
paisajistas que quieren implementar jardines ecológicos
en diferentes ciudades de Colombia. Son proyectos en los
que se quiere incorporar una flora nativa o incorporar, no
solamente plantas que estén de moda o cosas de ese estilo,
sino también pensando qué función ecológica cumplen, a
qué abejas atraen, a qué mariposas, a qué colibríes… Trabajo, ya desde hace varios años, asesorando arquitectos
paisajistas en esos temas.
¿Te dio la educación en casa algunas otras ventajas que
hayan sido importantes en el proceso de vincularte a la
sociedad de manera productiva?
Lo principal es que uno está muy enfocado, muy concentrado en las cosas que lo apasionan y que lo mueven, y les
puede dedicar muchísimo tiempo. Eso es algo que te sirve
para toda la vida. Otra ventaja de la que no he hablado mucho
es que me dio una mayor capacidad para relacionarme con
personas de diferentes edades. Yo tenía 16 años y era muy
fácil para mí hacer amigos de 50, con intereses comunes. A
mí me encantaba observar aves y había ornitólogos mucho
mayores que yo, a los que les interesaba lo mismo que a
mí. Entonces, había una facilidad para esos diálogos entre
generaciones que yo siento que son mucho más difíciles en
la mayoría de los casos. A los chicos que salen del colegio
y que entran a la universidad, uno los ve muy separados
generacionalmente: los chiquitos están con los chiquitos, los
que son más grandes con los más grandes y como que no es
fácil que un chico de 20 años esté tranquilo y hablando de
igual a igual con alguien mucho mayor. En mi caso, yo sentí
que tenía facilidad para ese diálogo entre generaciones y eso
me ayudó mucho, en mi vida profesional, para conseguir
reconocimiento y recomendaciones para trabajos. Muchas
veces, las personas que tienen la capacidad de ofrecerte un
trabajo o de recomendarte son personas que ya tienen un
recorrido en la vida, pero que te conocen y saben qué habilidades tienes. Entonces, eso también es una de las ventajas
que me dio la educación en casa.
¿Cuáles señalarías como las principales dificultades de
tu proceso educativo?
Nosotros vivíamos mi mamá, mi papá y los tres hijos, primero en Bogotá, en apartamentos y, después de mis 13 años,
en una finca, pero realmente teníamos muy poco contacto
social. De vez en cuando venían parientes o algunos amigos
de mis papás. Cuando tomé la decisión de salir de la casa
de mis papás e irme a vivir a Bogotá, tuve que pasar por un
período de transición. Yo creo que las mayores dificultades
pudieron estar ahí: el reto era conocer a otras personas que
vivían fuera de ese círculo e integrarme a una sociedad
donde las cosas se hacían de manera diferente. Había un
desfase grande entre mi manera de ser, de aprender, de vivir
la vida y la de otras personas de mi edad. Como te digo, yo
encontraba a veces más resonancia hablando y tratando a
personas de 30, 40 y 50 años, que tratando chicos de 20
años. Fue un proceso parecido a lo que puede ser para un
extranjero adaptarse. Yo me imagino a alguien de Corea, o
de Rusia, de algún sitio bien lejano, que venga a Colombia y
que quiera vivir acá e integrarse a una cultura muy diferente
a la suya. Va a tener un período de transición duro, porque
las costumbres son muy diferentes, desde qué se come,
qué música se oye, de qué se habla, hasta las maneras de
relacionarse, de hacer todo en comunidad. Yo creo que, en
el caso nuestro, por ese mismo aislamiento social, ese fue
un periodo intenso de transición. Pero lo logré. O sea, todos
lo logramos y, hoy en día, todos tenemos nuestra pareja.
Yo tengo mis hijos, mi trabajo, mis amigos… Seguramente,
tendré muchas particularidades que nunca se borrarán. Me
dirán, «Tan rarito ese Mateo que hace las cosas diferente
o que piensa diferente…». Pero bueno, eso puede ser una
desventaja o una enorme ventaja también. Un distintivo
especial. Yo enfocaría las dificultades, sobre todo, en ese
lado de la integración social que se dio después, pero que,
de todos modos, se pudo hacer.
¿Recomiendas esta manera de educarse?
Cuando me preguntan si le recomendaría otras personas
educarse en la casa, me da risa, porque, en parte en serio y
en parte por molestar, digo que no. Que no lo recomendaría. Y no lo recomendaría, pero tampoco te diría que no lo
hagas. Yo no le diré a nadie que lo haga, ni le diré a nadie
que no lo haga. Lo que sucede es que la educación en casa
es un camino muy diferente. Yo diría que es un camino
en contra de la corriente, de cómo va el mainstream de la
sociedad. Va por otro lado. Entonces, si uno quiere seguir un
camino distinto, tiene que ser por las convicciones que uno
tenga, como por una fuerza que nazca de uno, porque es un
camino que, de todos modos, va a estar sujeto —sobre todo
para los padres, más que para los hijos— a señalamientos.
Los padres se sentirán juzgados, los demás les dirán que no
deberían estar haciendo eso, les preguntarán qué les están
haciendo a sus hijos y qué va a pasar con la socialización…
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 51
Muchas cuestiones van a surgir y, si uno no tiene una convicción poderosa, interna, propia, de por qué razones lo
está haciendo, pues es muy difícil nadar en contra de esa
corriente. Yo no satanizo la educación en el colegio. Yo creo
que, como no fui al colegio, sufrí muy poco la educación en los
colegios. Entonces, no tengo nada en contra de los colegios.
También reconozco que las educaciones en casa (hablando
en plural, porque hay muchas y pueden ser completamente
diferentes unas de otras), de pronto, desde ciertas ópticas,
podrían parecer no muy aconsejables. Depende. Hay muchos
casos individuales y es difícil generalizar. Yo creo que, ni las
educaciones en casa son necesariamente tan buenas como
algunos pueden creer, ni las educaciones en los colegios son
tan malas como también podría pensarse. Uno puede ver el
colegio como un sitio de socialización y de aprendizaje de
ciertos conocimientos, pero, más allá de eso, en realidad todos
nosotros, tanto el que va al colegio como el que se educa en
la casa, todos somos educados en la casa por nuestros papás,
por el tiempo que pasamos con ellos, por el ejemplo que
ellos nos dan. Lo que pasa es que, para algunos, también el
resto de la información y de la socialización se hace sobre
todo en ambientes más caseros; para otras personas, esa
socialización y ese conseguir información se hace en un
ambiente exterior, que es el colegio. Viéndolo así, no tengo
razones poderosas para decirle a alguien que eduque a los
niños en la casa, que ese es el camino correcto, pero tampoco creo que el colegio sea el camino para todo el mundo,
como algunos sectores de la sociedad le hacen creer a uno.
La verdad es que puede haber muchos caminos. Más bien,
sin recomendarle a nadie que lo haga, si alguien siente que
es el camino, puede hacerlo y, si me ven a mí, pueden ver un
ejemplo de qué pasa con una persona que siguió ese camino
hasta el final y que sigue vivo y funcionando en el mundo.
“
“
[...] yo, sinceramente,
esperaría todavía que muchas
cosas pasaran fuera del
alcance de las reglas para
seguir funcionando mucho
más en la espontaneidad y
en el seguir el corazón y las
intuiciones.
¿Consideras necesario algún tipo de reglamentación
que garantice la efectividad y el alcance de este modelo
de educación para todos aquellos que quieran acceder
a él?
No es un tema de mi experticia. En general, no soy muy
amigo de las reglamentaciones. Sí creo que debe haber unas
reglas muy básicas de cómo es el juego. Pero cuántas menos
sean, siento que más fácil es cumplirlas. Cuántas más leyes,
más normas y más decretos existan, va a ser mucho más fácil
incumplirlas. La verdad, no soy amigo de la reglamentación
y creo que algunas formas de educación, como la mía, han
sido posibles, un poco, por falta de reglas, porque hay unas
grietas en el sistema y uno puede aprovechar para hacer otras
cosas. Tomando ventaja de esas grietas, mis papás pudieron
impartirnos una educación alternativa, como esta que tuve
yo. Entiendo que la normatividad es necesaria en la sociedad como conjunto, pero creo que aquí estamos hablando
otra cosa. Yo no creo que sea un movimiento masivo, por
lo menos no hasta ahora. Si se empezara a generalizar, y
muchísimas personas adoptar estas formas de educación,
posiblemente los Estados terminarían, inevitablemente, por
intervenir. Pero yo, sinceramente, esperaría todavía que
muchas cosas pasaran fuera del alcance de las reglas para
seguir funcionando mucho más en la espontaneidad y en el
seguir el corazón y las intuiciones.
¿Crees que esta opción educativa puede incidir en una
transformación de la sociedad?
Indudablemente, sí. Si muchas personas se embarcan
en el camino a la educación en casa, sobre todo, como una
educación cariñosa y una educación completa, que no exagere en ciertos aspectos en detrimento de otros, sino que
permita a los seres humanos ser ellos mismos, que le abra
la posibilidad de preguntarse a sí mismo quién es y qué le
gusta, y que permita seguir los caminos que en verdad se
desea, yo sí creo que puede transformar una sociedad y
puede, ante todo, transformar a los individuos. Poder seguir
caminos armoniosos con cómo somos, caminos que no nos
sean impuestos desde afuera, con ,muchos más elementos
de lo que nosotros queremos ser, necesariamente implica
una transformación.
¿Tus hijos asisten al colegio?
No. Aún son pequeños. Tienen 4 y 2 años. El plan es
educarlos en casa. M
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020
52 I Biblioteca del maestro
Biblioteca del maestro
En busca de la escuela
ideal
Un viaje por América
Latina a bordo de la
Kombi Cholulteca
Esto es un diario de viaje con
escasas fechas especificadas,
pero con el sueño enorme de
poder descubrir en el trayecto
entre una punta y otra de
América Latina (y a bordo de
una kombi), a la escuela ideal.
Esto es un diario de viaje con
escasas fechas especificadas,
pero con el sueño enorme de
poder descubrir en el trayecto
entre una punta y otra de
América Latina (y a bordo de
una kombi), a la escuela ideal.
ISBN: 978-958-20-1335-6
Bruno Iriarte
Cómo liberarse de una
educación equivocada
Transformando la
educación tradicional
Docentes Orientadores
(ebook)
Posiciones Disposiciones
y proposiciones
Pablo Romero Ibáñez
con numerosos premios,
reconocimientos nacionales e
internacionales en innovación
educativa y autor de varios
libros y artículos sobre
Pedagogía de la humanización
y educar en el buen trato, en
esta obra ¿Cómo liberarse de
una educación equivocada?
expone los abundantes
errores en los que se
encuentra sumergido el
sistema educativo actual.
A lo largo del libro puede
uno reconocer que, más
que “docente”, los autores
identifican a este profesional
como educador en un sentido
amplio.
A diferencia de sus otros
colegas en las instituciones
escolares, su rol no es el
de enseñante, sino el de
formador de sujetos, dentro y
fuera del contexto escolar.
ISBN:e9789582013486
Maria Paula Gonzalez Avila
ISBN: 978-958-20-1325-7
Pablo Romero
Educación ciudadana
desde una perspectiva
problematizadora
Un desafío para los
docentes
La Educación Ciudadana es
una tarea urgente, pues de
ella depende, en gran parte, el
rol que la niñez y la juventud
asuman para responder
a los desafíos del mundo
globalizado en que vivimos.
Los autores del presente
texto conciben la Educación
Ciudadana desde una
perspectiva problematizadora,
es decir a partir de la
realidad de las sociedades,
de sus contradicciones y de
sus tensiones, y proponen
estimular a los estudiantes
para que analicen esta
realidad y que dialoguen en
torno a ella para ayudarlos
a asumir su responsabilidad
en soluciones que fomenten
el respeto de la dignidad
de todos, cualquiera sea su
condición.
ISBN: 978-958-20-1338-7
Abraham Magendzo y Jorge Pavez
Consulte nuestras novedades aquí
info@magisterio.com.co I Cel: (+57) 312-435-4489 I (+57) 313-377-6272
Desescolarización: alternativas a la educación y a la escuela I 53
Aprendiendo a
cooperar
Aprendiendo a cooperar
es una mirada optimista al
futuro.
Un libro que explica a los
niños el cooperativismo en
lenguaje sencillo: su historia,
sus objetivos y sus ventajas.
Se promueven los valores y
los principios cooperativistas,
además de mostrar las
modalidades y los tipos de
asociaciones.
Propone actividades para que
los niños aprendan a cooperar
entre sí mientras se divierten.
ISBN: 978-958-20-1310-3
Sandra Simon
Familia escuela y
educación de la
sexualidad
Su objetivo fundamental
es argumentar y demostrar
a través de distintas
actividades, que entre los
sexos la única diferencia que
existe es biológica. De ello
ha de interferirse que , tanto
niños como niñas deben tener
las mismas posibilidades.
ISBN: 978-958-20-0831-4
Xiomara Ruiz Gamio
Desaprender para
transformar
Encuentros, experiencias
y reflexiones inspiradas
en Paulo Freire
Este libro reúne las voces
de mujeres y hombres que,
inspirándose en el legado de
Paulo Freire, han acudido a la
pedagogía como herramienta
para la transformación
de las relaciones de
poder hegemónicas y las
desigualdades. Personas
dedicadas a la educación,
el trabajo social, la
comunicación, las artes, la
investigación, defensoras de
los derechos humanos, líderes
de movimientos campesinos y
comunitarios y acompañantes
psicosociales, comparten aquí
sus experiencias y reflexiones,
fruto del encuentro y de la
construcción colectiva de
saberes.
Educación para la
justicia social
Rutas y herramientas
pedagógicas
Las injusticias sociales son
el denominador común de
nuestros países y, ante esta
realidad, la escuela puede
contribuir a reconocer
y analizar las causas
estructurales que sostienen
las formas instaladas de
discriminación y exclusión.
Estamos frente al desafío de
actuar, de construir otros
referentes y otras rutas que
tengan como horizonte
la formación de sujetos y
subjetividades más justas.
ISBN:978-958-54-1672-7
María Cristina Martínez Pineda,
Carolina Soler Martín, Faustino
Peña Rodríguez
ISBN: 978-958-20-1336-3
Ilse Schimpf-Herken, Annette Nana,
Mariana Schmidt
RIM 104 I Octubre - Noviembre 2020